Hoy es uno de esos días en que me he levantado que lo mismo me daba iniciar un recorrido por la historia de las 24 Horas de Le Mans que hablar sobre el inteligente reparto de pesos que metió Vittorio Jano a su diseño de D50 para Lancia, pero prefiero echar el ratito sobre la renuencia del personal a aceptar que somos lo que somos, como negocio, gracias a un personaje que usa a Vladimir Putin como Alonso Quijano el bálsamo de Fierabrás.
Falta Max Mosley en la ecuación, otro de tal palo, pero mostrar públicamente afinidad con Hitler o el nuevo Zar de las Rusias, así como alabar los regimenes totalitarios, sólo nos puede llevar a pensar que la Fórmula 1, como expresión mercantil de la ideología vital de don Bernard Charles Ecclestone, tiene que oler fatal casi por cojones. Pero no, contra todo pronóstico, el gentío niega la mayor como los plebeius cuando volvían al Subura después de haber pasado la mañana en el circo.
Si existe magia en la Fórmula 1 está aquí, en esta curiosa disociación mental que lleva al aficionado a pensar que es puro y deportivo el resultado de mezclar en un matraz de un oscuro laboratorio intereses, corruptelas, dinero y amigotes, más corruptelas, más intereses, más dinero y los mismos amigotes de antes, cuando el alquimista de los cogieron no tiene remilgos en rechazar los sistemas democráticos: «El problema es que la Fórmula Uno de hoy es como una democracia y yo estoy un poco en contra de la democracia. Lo difícil es conseguir que todos se pongan de acuerdo...»
Mano dura y toma de decisiones sin oposición, ésta es la aspiración básica que ha hecho de nuestro deporte lo que es en la actualidad, y de suyo, se puede colegir fácilmente que sus últimos restos de limpieza —si es que alguna vez los hubo, que ésa es otra—, yacen en alguna cuneta de 2006, cuando, por fin, CVC Capital Partners abona 1.500 millones de dólares y se hace con el control de la actividad y ésta se enfoca casi exclusivamente a sacar pasta.
No estoy en contra de los ilusos ni mucho menos de los ingenuos. Cada uno gasta de lo que tiene, pero esto del CVC vino a ser como firmar en la formalización de la hipoteca que el banco se podía meter en tu cama cada noche. Vender el alma al diablo se decía antes.
No me enredo. Si puedes explicar la historia reciente de nuestro deporte en términos económicos o políticos, prácticamente sin mirar a pista, es que nos ha estado gobernando Putin hasta que llegaron los yanquis. Y puesto que se puede, no cabe otra que gritar con Bernie ¡que viva Putin!, pero como ahora. ¡Que viva lejos, pardiez!
Os leo.
3 comentarios:
Hola... me he quedado con lo que comentas de "CVC Capital Partners abona 1.500 millones de dólares y se hace con el control de la actividad" y me he preguntado.... ¿quienes eran los dueños que recibieron ese capital....?
Buscando, me encuentro en una noticia de autobild [https://www.autobild.es/noticias/ex-duenos-f1-interesados-comprar-motogp-200570]lo siguiente "...CVC Capital Partners volvería a un negocio que dejó hace 12 años, y también supondría su regreso al mundo del motor después de que hace año y medio vendiera su participación en la Fórmula 1..."
...Vaya, es justo lo contrario..., he buscado algo mas, pero cada vez se me hace mas difuso. Ya no se si era tito Bernie, si había otro grupo de inversion detrás.... y perdón por mi desconocimiento.
Un saludo, San.
Buenas tardes ;)
El proceso de capitalización plena de la F1 lleva algunos años, de 2002 o 2003 hasta 2006, que es cuando entra a saco CVC aunque ya antes era socio menor. Estaban también la Banca Leverkusen como tenedora de fondos pequeños de inversión, que fue la que se metió con Bernie en lo que conocemos como caso Gribkowsky... Por supuesto Ecclestone e inversores de todo tipo en una maraña de sociedades que todavía hoy causa vértigo mirar :P
CVC compró el control, y a partir de ahí vino la época dorada en cuanto a pasta, hasta que entraba Liberty Media a comienzos de 2017.
Abrazote ;)
Jose
Muchas gracias por la informacion y las molestias de darla.
Despues de releerte como 5 veces, me ha quedado mas claro, pero tiene miga la cosa.
Un abrazo, igualmente.
San.
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