Tengo que hacérmelo mirar. Hay mucha gente a mi alrededor que no entiende por qué valoro en tanto cualquier cosa buena que le sucede a Checo, y una de dos, o estoy rodeado de traviesos que sí me entienden pero dicen que no, o soy un perfecto inútil a la hora de explicarme, que también podría ser.
Hoy, por ejemplo. Sergio se ha visto agraciado por las mismas circunstancias favorables que han bendecido a Lewis y Kimi, pero su sensación con él es que, además, el mexicano se lo ha currado de cojones.
No lleva bajo sus posaderas una Ferrari ni un Brackley pata negra. Conduce un Force India, un coche normalmente menor que este año resulta incluso más chiquitín que otras veces. Pero así y todo lo ha puesto en tercer lugar al llegar a la bandera de cuadros, y esto, o carece totalmente de explicación, como sucedió con Lance Stroll el año pasado —aquí mismo, en Bakú—, o forma parte de una sintomatología que conviene tener en cuenta. Y es que Pérez es uno de los pocos pilotos de la parrilla que hacen este tipo de cosas de forma más o menos regular.
En el cuento de la cigarra y la hormiga el de Guadalajara interpretaría a esta última, y ello, obviamente, es uno de sus alicientes que más me atrae. En época de ingenieros y radio, de gestión pura y dura sobre la pista, Checo pone un extra que no suma nadie más, o mejor dicho: que aplica muy poca gente además de él: lleva el coche un pasito más allá que su compañero. Y eso, al final, supone la diferencia que estará intentando descifrar Esteban Ocon.
No hay que ser el más fuerte ni el más rápido en términos brutos, basta serlo en términos relativos. Ser finolis al volante, cuidar las gomas, mantener la mente fría, da réditos siempre, y cuando la suerte asoma las orejas, incluso te puede permitir pisar podio cuando el trasto sólo está para hacer un sexto o un séptimo puesto.
Y lo siento, donde otros ven un tipo sobrevalorado que mejor haría en dejar libre su asiento, yo veo un Jenson Button, un Daniel Ricciardo, pero no en un vehículo puntero sino en uno de la casa de Silverstone. Veo uno de los mejores lectores de carreras que tenemos ahora mismo en la parrilla. Un individuo consecuente, que sabe dónde está y a lo que puede aspirar, y que en momentos puntuales como el que se ha dado hace unas horas en la capital de Azerbaiyán, lleva su monoplaza donde nadie imaginaba porque conducir sigue siendo una cuestión de manos y de cabeza.
Os leo.
Os leo.
2 comentarios:
Este año, de nuevo te comento que este GP de Bakú ME ENCANTA. Sé que a ti no te convence, pero otra vez ha habido espectáculo y una de las carreras más entretenidas en mucho tiempo. Es mi favorito de los circuitos "nuevos" y este año tampoco ha defraudado.
Insisto: Mónaco tiene la aureola histórica y es aburrido a más no poder. Raro es el año que divierte. Y Bakú por ahora mola mucho ;)
Gracias José, creo que hablo por la totalidad de la afición mexicana al agradecer tus palabras. Hoy para nosotros Checo hizo historia al superar en podios a nuestro inmortal Pedro Rodríguez, y quien mejor que tú para definir su oficio y destreza. Tal como dices, en la constancia está su grandeza, eso que no se ve fácilmente en las transmisiones sino lo revisas detenidamente como nosotros hacemos en todas sus carreras, pero que siempre está presente en todos los podios que ha logrado y que los dioses de la F1 le premian como en esta ocasión cuando después de remontar notablemente a Vetel con supersuaves, se encuentra con Bottas ponchado y el ansiado podio. Este adelantamiento en las últimas vueltas a Ferrari recuerda cuando claramente adelanta a Raikkonen hace dos años en la misma pista y casi en la misma vuelta; y este podio recuerda áquel de Sochi donde después de trabajar notablemente su carrera y superado por Massa y Raikkonen, esos mismos dioses le premian regalándole de último momento otro ansiado podio...
A nosotros solo nos queda regocijarnos en la dulzura de estos triunfos, hoy para México, la imagen que queda de esta carrera la registra la cámara onboard de Checo cuando después de adelantar a Vetel y doblar la curva 1, se encuentra al Mercedes pochado que le dará el podio. Ese momento de puro y simple gozo, levantando las manos como si ya hubiera terminado la carrera y dándole una nueva función al halo, lo es todo para la afición mexicana, que por otras causas bastante más terrenales, créeme, lo necesitaba.
Saludos.
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