Nos van a partir la cara

Tras el grandioso «tengo fobia a Ferrari pero de manera razonada», surge el inevitable «la mejoría de Williams podría ser una jugada estratégica de Mercedes AMG por evitar que se acerquen sus rivales.»

¿No notáis nada raro...? Mirad bien lo que he puesto más arriba, ¿no veis a través de esas afirmaciones a un tipo que trata de engañarse con la ilusión de que es calibrado y equidistante, de esos que jamás incurrirían en conspiraciones, que bien podrían pasar por auténticos patanegras gracias a la solemnidad con que hablan? Pues bien, enfrentaros al espejo y pronunciad en voz alta: me pasa lo mismo, soy tan idiota como él y creo en similares espejismos, porque cada vez que alguien menciona que viene Ross Brawn o que Fernando ficha por Honda, asumo como cierta una puerta por la cuál evadirme de una realidad que no aguanto...

Ahora mira tus botas. Observa el barro que pisan y si puedes, palpa con tus manos el que te rodea en las paredes de la trinchera. Mira también arriba, a los lados o atrás, escucha cómo estallan las granadas y los obuses a lo lejos y entiende de una puñetera vez que el Nano está en una ratonera y que tú has elegido permanecer a su lado, y que lo mejor que puedes hacer es buscar la esperanza que necesitamos todos donde la encuentra el boxeador: en su entrenamiento, en sus puños, en su fortaleza y en su constancia, porque negar lo que sucede alrededor suele acarrear desastrosas consecuencias.

Llegados a este punto, recita conmigo: me van a partir la cara, nos la van a partir a todos, pero tengo suerte porque sobre el asfalto de Hockenheim apoyo al mejor piloto de todos y con algo de vento favorable, incluso igual podemos hacer podio. Él y nosotros, el ovetense y el 12 de esta película de serie B; la deuda y el mantra que seguirá gritando hasta la extenuación ¡Forza. Fernando, forza!; sus manos y cerebro y el rugido que no va a dejarle solo ni así nos eliminen uno a uno. Somos la pared tallada en roca y hielo, el muro de John Nieve que contiene el peligro y si hace falta caerá antes que nadie por lo que considera intocable y suyo. La última frontera que supondrá quizás también, el último suspiro.

Nos han tocado los cojones desde 2007 —y bien tocados, cabe decirlo—, pero todavía no han acabado con nosotros.

Mañana salimos desde la posición siete. No hay esperanza a priori, pero como en esto no se puede dar nada por perdido ni tampoco por ganado, contando con la intervención de Alonso, a lo mejor nos llevamos incluso una bonita sorpresa en Alemania.

En esto consiste precisamente el deporte, todo deporte, en que nada se puede dar por seguro hasta que no termina la prueba. Se puede odiar razonadamente a Ferrari, se pueden orquestar estupideces a cual más paupérrima, pero lo que no se puede jugar es a que atendiendo a Fernando, esté todo dicho. Ahí entra él y entramos nosotros, en esa fábula  que consiste en que nada queda escrito hasta que el de Oviedo dice basta. 

¡Jode? Cómo no va a joder que exista un verso libre que contra viento y marea sigue siendo animado por gentuza como nosotros, unos personajes que cada mañana cuando se levantan, se miran al espejo para decirse a la puñetera cara: me van a romper la jeta, me la van a hacer cruz y raya, pero de esta no me apeo así me quiten la piel a tiras, porque hasta el rabo, todo es toro.

Mira de nuevo tus botas. Observa el barro que las mancha y si puedes, toca con tus dedos la humedad y suciedad que te rodea... Ahí estoy yo, firme como en 2007.

Os leo.