Postureo

El mundo está que no hay por dónde cogerlo. Si ahí fuera ya hace bastante frío aunque estemos a un paso de estrenar agosto, aquí dentro, en nuestro entornillo, la cosa da auténtico miedo pues es tanto el afán de protagonismo de algunos que por seguir pareciendo gurúes, lo único que hacen es demostrar una vez más que jamás de los jamases han entendio nada.

Es penoso, lo reconozco, pero pasado el escozor aquel por el cual los que nos quejábamos de la que nos estaba viniendo encima, éramos tildados de rancios o de nostálgicos por no querer ver la enorme mejoría que traían los nuevos tiempos, ha llegado el momento de las trincheras con tal de no apearse de la burra. Pero en blogs o en artículos u opiniones, con argumentos y asumiendo riesgos, vamos, ni una línea.

Así es posible encontrar a quien certifica tu nula calidad como candidato al Nobel de la bloguería, que habiendo jaelado hasta la arcada aquello de que Kimi iba a poner en su sitio a Fernando en su retorno a La Scuderia, se rasga a estas horas las vestiduras porque Ferrari sigue siendo un pozo de sorpresas negativas como la que impidió ayer al finlandés pasar a Q2 en Hungría, y la llaman mierda, a lo Lauda, y piden que lo reconozcamos cuando al parecer los que no se ha enterado todavía son los integrantes de la mansa manada de núes que va y viene por el Serengueti todos los años, de que poner en su sitio a Fernando con un coche malo es lo que realmente tiene mérito porque para lo otro, para hacerlo con un vehículo mejor, ya hemos tenido suficiente con Sebastian Vettel.

Hay más alucine por ahí suelto, no os creáis. Como quien argumenta que siente una fobia razonada (sic) contra Maranello o postula la posibilidad de que Mercedes AMG esté utilizando a Williams para jorobar a sus rivales, y a renglón seguido niega que la de Brackley haya podido estar haciendo la cama a Lewis porque dice: eso es de conspiranoicos y no de tipos cabales.

Ya digo más arriba que nuestro entorno es poclive a los excesos por tanta necesidad de sacar pecho por centímetro cuadrado como alberga. Así, la Fórmula 1 era hasta hace poco para paladares exclusivos y hoy... bueno, hoy raro es aquel que no admite que es una porquería que no satisface a casi nadie porque el nivel de complejidad que ha traído la nueva normativa ha sido tan grande, que no ha habido tiempo para digerirlo.

En todo caso, todo esto forma parte de una actitud más vieja que la tana que ahora llaman postureo. Significarse en hueco haciendo ver que se entiende lo que no se comprende; dando por bueno todo aquello que sale del horno por el hecho en sí, por ser el primero o la primera en decirlo; sin reparar en que criticar con fundamento, que diría Karlos Arguiñano, o plantear alternativas que den sentido a las cosas, también es construir y quizás de forma más sana, que tragar con lo que te echen para pasarte el resto de la temporada defendiendo posiciones y palmito.

En la actual Fórmula 1 hay muchas cosas mal hechas, pero tal vez la peor de todas sea esa que lleva a algunos a considerar que sin complicaciones para los pilotos, bien sean mecánicas, electrónicas o con los compuestos, el espectáculo decaería.

Eso es rotundamente falso. La imagen de entrada corresponde a un auto con motor, chasis, suspensiones, frenos, volante y cuatro ruedas. El piloto se subía a él y su mérito consistía en llevarlo a meta enfrentándose al trazado y a los rivales, o en caer derrotado en el intento. Y la gente lo entendía y acudía a los circuitos para ver a sus héroes precisamente porque entendía en qué consistía todo.

Os leo.