Lo de Low Cost siempre me sonó a chufla, bien lo sabéis. Aquel formato ideado por Max Mosley por el cual, cuatro desgraciados estaban invitados al banquete de los grandes con la promesa de una hipotética contención de gasto que jamás se concretó, me escamó desde un principio y lo que es peor, tampoco le hizo puñetera gracia a Bernie Ecclestone.
A la bruja de Blancanieves le gustan las cacofonías caras y las apariencias deslumbrantes, y aquello de que su espectáculo se viera empañado por tres o cuatro mantas del extrarradio, seguro que hirió la poca sensibilidad que le queda al octogenario de los cogieron, hasta el punto de que el manús no ha reparado en gastos para deshacerse de tanta morralla.
Quedan los rusos y su Stalingrado de Marussia, pero recordemos, cayeron Virgin, Hispania, HRT, Cosworth, la Lotus de Fernandes y ahora la Caterham del malasio, que anda en el alero, en ese sí es no es que lleva derrota agorera y no apunta a nada bueno, que a día de hoy se deshace de cuarenta currelas en su sede de Leafield y que a partir de Alemania, veremos...
Todo empezó con el anzuelo de aquella Brawn de la que se dijo que había comprado los restos de Honda por una libra esterlina; por aquel motor Mercedes-Benz que encajaba a la perfección en el hueco dejado por el propulsor de la japonesa; por el doble difusor aceptado por la FIA como pulpo en la nómina de los animales de compañía; por aquél me lo llevo todo cuando Charlie sacó el Safety Car en Melbourne una vuelta completa después de que Nakajima se diera el zambombazo y desperdigara los restos de su coche en Albert Park, dando tiempo a que Jenson entrara y saliera de garajes; y que terminó en Abu Dhabi, con Brawn GP, la supuestamente pobre, venciendo sobre lo divino y humano con la carrocería más desértica y más limpia de todas.
Eran los tiempos en que todo parecía posible y así lo creyeron los que se sumaron sin hacer preguntas al corralito de Bernie. Virgin, de patrocinadora, se convirtió en escudería; Lotus la verde con librea amarilla, enseñó los dientes incluso a McLaren; e Hispania nos hizo soñar a todos con que el talante de Zapatero podía derribar cualquier puerta. Pero llegó Paco con la rebaja y la española se deshacía convirtiéndose en HRT para continuar deshaciéndose; Lotus cedía ante la familia Chapman y el empuje de una Renault que solo quería salvar su nombre como motorista; y Virgin se vendía al capital ruso porque al fin y al cabo, fue la primera y única en entender de qué demonios iba el sainete.
No queda nada de aquello salvo la numantina resistencia de Marussia, quien el año pasado, por negarse a pagar el peaje impuesto por Bernie, se ganó la erradicación casi completa de las realizaciones de los Grandes Premios y por supuesto de nuestras pantallas de televisión, y que se salvó por los pelos de la quema mediática porque el MR02 de Jules Bianchi decidió precisamente en Alemania, balbucear una frase más de la que le habían dado en el guión, carreteando en sentido inverso y sin piloto tal que en Nürburgring.
Mi garganta profunda me dice que la Fórmula 1 es pobre hasta decir basta, que hoy tira de hacerse verde y sostenible y mañana de económica, porque en el fondo lo que no aguanta es tanta grada vacía y tanta bajada de share, ni por supuesto tanta agonía como sufre. Que no da ni para que un equipo como Caterham, por ejemplo, casi un veterano de los nuevos tiempos, pueda aguantar un trecho más sin que Kamui mire si le mandan SMS o Marcus maldiga la hora en que apostó 10 millones de dólares a una aventura tan incierta como impredecible; en la que la FIA y Bernie imponen unas reglas que nadie puede contestar, mientras anda por ahí un Bugatti Veyron híbrido que promete arrojar más de 1.400 caballos.
Será porque no queremos o porque no podemos, pero en estos momentos, lo mejor a todas luces es el patadón y p'alante del rubio de Baracaldo, un no mirar atrás ni buscar responsables aunque sepamos que mañana seguiremos dale que dale buscando excusas para justificar lo mal que vamos, mientras se nos sigue escapando que nuestro motorsport se apellida Ecclestone, y que quizás a él sería a quien deberíamos pedir cuentas de una puñetera vez.
Os leo.
Os leo.
1 comentario:
No tendrían más que imitar lo que hacen en Estados Unidos, otra cosa no sabrán, pero generar espectáculo y dólares...y, por supuesto, menos carreras en esos sitios "exóticos", por llamarlo finamente, a los que no va ni el apuntador.
En fin, Bernie, jubílate¡¡¡
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