miércoles, 12 de marzo de 2014

¡Vivere!


Es una fotografía vieja que ya he usado en este blog y corresponde al último Toyota que ha disputado un campeonato de Fórmula 1…

Quedan apenas dos días para que empiece el sarao en Albert Park y a caballo entre la realidad y el pasado, he recordado que no hace tanto tiempo sufrimos un pánico similar al que estamos soportando.

Corría 2009 y los coches segadoras con sus enormes alas delanteras, originaban auténticos ríos de tinta a cuenta de la cantidad de destrozos que se derivaría de tanta superficie frágil en las salidas… Puntos supensivos y más puntos supensivos…

Salimos ilesos de aquello y bien está recordar que vivimos para contarlo. Los alerones anteriores causaron algún que otro susto pero en definitiva no fueron el problema.

Los Brawn sí que lo fueron. Feos, chatotes y limpios de patrocinadores, los herederos de Honda habían pasado olímpicamente del KERS obligatorio o casi, sorteando la normativa en base a tornar el peso regulado para el cachivache en lastre convenientemente repartido a lo largo y ancho del vehículo. Jenson y Rubens iban a ser los encargados de materializar el milagro, y al cabo, el propio Flavio Briatore acabaría afirmando aquello de que el novedoso sistema de recuperación de energía cinética, más valía como ancla para su yate que como apoyo para ganar carreras.

Fallido en su estreno en Fórmula 1, el invento que ideó en origen Richard Feynman y fuera planteado como factible por Isaac Prada y Nogueira (sombra de mi sombra, ni perdono ni te olvido), pasó de ser SREC a ser KERS como si lo hubieran creado los anglosajones, y a no ser nada en un santiamén que a la postre, derivaría en que durante 2010 se desestimara su uso y el hueco histórico diera lugar hace quien dice unos días, a que Horner, el de los muchos entorchados, haya culpado precisamente a nuestro domador de hienas como causante último de los problemas que ha sufrido el RB10 en pretemporada.

Tenga o no la culpa Briatore de que Renault perdiera el paso como motorista en aquella época, lo cierto es que el SREC y sus hermanos mayores (MGU-K y MGU-H) son a día de hoy la mandanga de la máxima expresión del deporte para 2014, el equinoccio que separa la realidad de la fábula, el gozne sobre el que pivota precisamente el Melboune de dentro de dos días y lógicamente, hay miedo acerca de cómo irá la cosa, sobre si aguantarán los trastos o si habrá combustible suficiente para completar la prueba, y serias dudas de si llegarán todos los participantes a meta o se quedará media parrilla varada en el asfalto y las cunetas de Albert Park.

Todo ha cambiado. Ya no hay motores como los hemos conocido en F1; ahora hay propulsores híbridos pero aún así hay lugar para buenas noticias: conducen los monoplazas los mismos tipos de siempre y con las mismas ganas, los individuos que pelearon antes con cambios de reglamento y salieron ilesos. Y si sabiéndolo persiste el miedo, mirémonos en 2009 y gritemos ¡Vivere! 

Puntos supensivos y más puntos supensivos…


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