jueves, 14 de junio de 2012

El hombre que acaricia sus zapatos


En la intimidad, como mandan los cánones, anteayer celebrábamos el quinto aniversario de la primera victoria de Hamilton en F1 (Canadá 2007). Yo, que soy un desastre para esto de las fechas, tuve que arrimarme al recordatorio que hacía mi buen amigo Midland a través de Facebook, para darme de bruces con una efeméride que tiene su aquél, pues el piloto británico ha sido hasta hace poco uno de los hombres que peor se ha llevado con las gomas que calzaban sus vehículos, cuestión que quiero resaltar hoy.

Plano va, plano viene, Lewis se ventilaba los neumáticos como un hambriento un buen bistec con patatas fritas y pimientos verdes, elevando a categoría de tradición bíblica el desfallecimiento de su goma delantera izquierda, sobre cuya supervivencia en carrera se llegaron incluso a hacer porras en 2007, 2008 y 2009.

El caso es que siendo honesto hay que reconocer que aquello le sucedía con las Bridgestone —lo que no deja de tener su mérito, pues eran duras de narices—, ya que con el advenimiento de las Pirelli, Hamilton ha sido uno de los pilotos que mayor empeño ha puesto en gobernarlas, protegerlas y sacar de ellas el mayor provecho, toda vez que las ruedas italianas no son muy amigas de admitir bromas sobre el asfalto.

Empero, sin desmerecer en absoluto el enorme trabajo personal que ha desarrollado el de Stevenage con la parte blanda de los monoplazas que le han tocado en suerte conducir, intuyo que en su catarsis ha podido tener mucho que ver Button, hombre cuidadoso en extremo con los compuestos de sus coches, de manera que se podría  barruntar sin demasiado miedo a errar, que Lewis, siempre atento al comportamiento de sus compañeros de escudería, ha tenido en Jenson un maestro y un ejemplo de quien sacar un enorme provecho.

Hamilton, en Montmeló, ya nos deleitó con un stint de casi 30 giros sin mostrar necesidad de pasar por boxes, pero ha sido en el Gilles Villeneuve de Montreal donde se ha demostrado capaz de controlar perfectamente el calzado de su MP4/27, en un escenario complejo, recordemos, en el que como ya es costumbre durante esta temporada, había sobredosis de sombras al respecto de las prestaciones de los compuestos, pero en el cual el británico, a la postre gestionaba  a las mil maravillas las oportunidades que le brindaban las Pirelli, para terminar venciendo de manera incontestable sobre dos fenómenos como Alonso y Vettel.

Llevo tiempo admitiendo sin reparos que Hamilton es uno de los mejores conductores de la parrilla. Su testarudez, su arrojo, su voracidad sin parangón, su enorme calidad a veces no correspondida por el éxito, me lo han ido acercando a ese lado tibio del corazón que le dice a todo aficionado que hay algo especial en las evoluciones de un piloto.

Cada vez me gusta más y cada vez tengo menos problemas en alabarlo en público, y aunque a veces las excentricidades del de McLaren hayan solapado la enorme inteligencia que pone en cada una de sus actitudes en pista, que a día de hoy haya sabido superar la difícil asignatura de los neumáticos, pone de relieve que Lewis tiene correa para rato y que es consciente de que un piloto, ante todo, debe saber adaptarse, lo que en el fondo significa que puede seguir madurando al ritmo que marca la competición, y que por tanto, podremos seguir disfrutando de él como hemos venido haciendo de un tiempo a esta parte.

Aprovechando la tontería que mencionaba al comienzo, me ha dado por mirarle en aquel entonces para compararlo con lo que es ahora: un tipo solvente, asentado, consciente de sus responsabilidades como profesional, abierto a nuevos horizontes y capaz de dar respuesta a las exigencias que plantea cada nueva temporada a todos los integrantes de la parrilla, de manera que le veo acariciando sus zapatos a la manera de Jenson o Kimi, o aún Fernando, y le presumo mucho más peligroso que hace cinco años aunque de aquí a que se retire no vuelva a ganar un miserable campeonato.

2 comentarios:

csm dijo...

Si hoy fuera 2007, muy probablemente culparíamos a Lewis de la prima de riesgo, del calentamiento global y del hambre en el Sahel...
Pero no es 2007 y la sombra de Ron Dennis parece no ser tan alargada. No es 2007 y aquel chaval soberbio y altivo ha probado la miel y la hiel, y ha crecido ¡Y cómo!
No es 2007, y para la grandeza de la F1, hemos aprendido, él y nosotros, que por encima del ruido, y al final del túnel hay luz y hay recompensa.
Y yo, me alegro infinito de tener un pilotazo como él dando espectáculo y demostrando calidad en la F1 de hoy.
Grande, Josetxu.
Un besote

Nico dijo...

Este año está haciendo un mundial espectacular, no en vano es, junto con Alonso, el único que no tiene ni un rosco en el casillero. No ha ganado en las 6 primeras y ha tenido que ver pilotos inferiores en coches inferiores sumando más que él en varias carreras, pero no ha perdido la compostura, ha tenido que levantar errores de su equipo en los pits una carrera sí y otra también y de a poco se ha colocado al tope en el campeonato y me parece que será muy muy difícil quitarlo de ahí.
Saludos