Menos mal que los «alonsistas» sólo sabemos hablar de Fernando...
Risas aparte. Mientras el asturiano juega sus cartas con Alpine y a la espera de auténticos acontecimientos, me apetece echar el ratito sobre esas interrogantes que hace el personal de tanto en tanto, y me llaman la atención lo suficiente como para apuntarlas en mi bloc de notas. Sí, ¿qué hacemos con Carlos?
Somos un país maravilloso, pero me temo que en esto necesitamos algunos hervores porque rebosamos tipos que se equivocan siempre, gafes, conductores que no eran lo que prometían, etcétera, y ningún cálculo de probabilidades da para tanto pesimismo concentrado en un ramillete, bastante generoso, por cierto, de pilotos que han tenido presencia, o la tienen actualmente, en la élite del automovilismo de competición.
Sáinz forma parte del cuadro que acabo de describir en el párrafo anterior, pero como no arrasa ni ha logrado todavía un título mundial —en realidad necesitaría mínimo tres para que cambiásemos la óptica que aplicamos sobre él—, pues como que nos entra desazón y desesperanza y nos venimos abajo a la mínima, y, claro, nos preguntamos ¿qué hacemos con Carlos? cuando deberíamos preguntarnos ¿qué coño nos pasa que siempre nos mostremos tan agonías con los de casa?
La urgencia es mala consejera. El madrileño milita en la escuadra que lucha con Red Bull por el Mundial de este año. Es Ferrari y en la de Il Cavallino no entra cualquiera, ni mucho menos te renuevan porque sí. No sé, yo le daría unas vueltas a esa manía tan nuestra de negar la realidad con tal de ahogarnos a gusto en un vaso de agua.
Os leo.
3 comentarios:
Ahí va mi respuesta.
Dejarlo tranquilo para que aprenda de sus errores y pueda fortalecerse mentalmente para poder luchar por un mundial de F1.
Cuando un piloto maximiza sus virtudes y controla sus defectos en una escudería competitiva en la lucha por el título, está en disposición de
aspirar al premio gordo. Carlos de momento, en mi opinión, no ha llegado aún
a ese equilibrio de maximizar virtudes y controlar defectos.
Sigo pensando que de cara a la galería debería ser más cabroncete y dejar alguna que otra puya contra quién le ningunee ó sobre todo diga "que buen chaval que es". No, en F1 has de ser un tiburón al que los demás escualos le respeten y teman. Así es y así será en este mundo tan competitivo.
Queda mucho mundial y todo es posible, pero la posibilidad pasa por un cambio en la gestión de los nervios y porque no decirlo un poquito de suerte.
Un saludo de un alonsista.
Para empezar, no protegerlo tanto. Los medios de comunicación vuelven a hacer lo mismo que con Fernando, aunque más extremo aún. Paños calientes y, a la que pueden, desear el mal a su compañero. Eso cala al final en los aficionados. "No se adapta al coche" (a Vettel bien que le sacudieron a la mínima), "racha de viento" (nuevo eufemismo), "mala suerte en las paradas" (Leclerc también la ha tenido y nadie decía nada).
Pero, sobre todo, el año pasado, obviando carreras lamentables como la de Imola o Bakú, donde le vino Dios a ver con una bandera roja que no se mencionó, más la de Mónaco, Hungría o Rusia (lo mismo pero por infortunio de su compañero). Solo se habló de dos paradas en los boxes... fue vergonzoso.
En ningún momento se puso en contexto al piloto y ahora llegan las sorpresas. "No le gustan sobreviradores"... excusas y mas excusas. A principio de año, en los test, Carlos dijo que estaba adaptado y cómodo con el coche. En cuanto ha visto el verdadero nivel de su compi... de no ser por la avería de Montmeló, estaría a 67 puntos, y no se puede vivir toda la vida de esperar que a Leclerc le pase algo (como en Mónaco o Hungría) para heredar. Esa actitud no me gusta y como dijo Warren, cuando baja la marea se sabe quien nadaba desnudo.
Ojo, solo justifico la tirria de algunos (para mí es hartazgo de los medios). Ayer mismo en los entrenos, el Gonzalo Serrano 2.0 se mofaba de que los monegascos escribieran en la pancarta "L, Eclair" (que signifcado "relámpago"), pero inculto de él no lo sabía. Es un ejemplo de que, ese nefasto nivel, se proyecta en los aficionados.
Es que el país y sus gentes son maravillosos, uno a uno, pero como sociedad somos detestables. Y, la verdad, no entiendo muy bien cuál es la razón de esto. Es paradójico.
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