lunes, 9 de mayo de 2022

Soporífero Rocadura

No deja de tener su gracia que nuestra visita al mítico «Autódromo de Rocadura», leyenda de nuestros mayores, se haya saldado con un coñazo de carrera que, por lo leído a primera hora en redes sociales, no ha satisfecho ni a los que alababan Miami como gran paso dado por la Formula 1 para conquistar los Estados Unidos de América (Norteamérica).

El caso es que hay numerosas sensaciones al respecto, casi para todos los gustos, aunque sobrevuela el asunto una especie de noqueo monumental que no acierta a discernir que anoche la cosa iba de trenes, en este caso de alta velocidad. Y es que a ver, también aquí hay clases y no es lo mismo un AVE que un ferrocarril que permite bajar en marcha para robar una manzana de un huerto cercano a la vía y volver a subir.

La velocidad media de la prueba tampoco fue elevada, no exageremos —apenas se alcanzaron los 196 kilómetros hora—, pero el diseño del trazado, el asfalto con poco grip, el comportamiento de las gomas Pirelli y las tres zonas de uso de DRS, convirtieron la cita en un fatigoso espectáculo de acordeón, de ir a fondo en recta para reducir drásticamente en los tránsitos revirados, para que nos entendamos, con rutinas criminales como la propuesta entre las curvas 11 a 16, que no era ni rápida ni lenta, ni técnica, sino todo lo contrario...

Competición la justita. A ver, en un parking con un desnivel entre cotas de apenas 11 metros la cosa daba para lo que daba, y aunque el Miami International Autodrome no ha sido firmado por Hermann Tilke y según los expertos mantenía vivo el espíritu de algunas secciones gloriosas del calendario F1, el resultado delataba que sus diseñadores sabían de oídas de las necesidades de nuestra disciplina. Sin escapatorias en puntos clave como la 7, 14 y 17, por ejemplo, sin TecPro y a hormigón visto en el recorrido, sin duda debemos saludarnos por haber dejado atrás Miami.

En fin, esta semana iré dando buena cuenta de los pormenores y rellenando los huecos que he ido dejando en Nürbu la semana pasada, no obstante, no quiero desperdiciar la ocasión de ensalzar la interrupción en la vuelta 41, la solvencia de Verstappen, el arrojo de Leclerc, los santos cojonazos de Russell y el buen hacer de Bottas hasta que su Alfa Romeo le jugó una mala pasada en los instantes postreros.

Os leo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

No se muy bien porque, pero a mi este gran premio me dejo la sensacion de pitotos haciendo bailar a elefantes. Se ven tan largos, grandes y desproporcionados esos F1 actuales. Son larguisimos y les cuesta hacer cambios de direccion bruscos (zona de curvas 11-16). Hacerlos rotar con el acelerador es solo para los desesperados y el sonido es cualquier cosa menos sexy; a mi me recuerdan a una morsa con catarro. Aun con las elevadas temperaturas de la pista, el gran premio me dejo frio.

Erathor dijo...

A mi lo que me deja frío es que siempre se hicieron compuestos que agarrasen más cuanto más temperatura hubiese y estas morcillas "Perilla" son todo lo contrario de lo que se necesita para exprimir el coche.