La renovación de Alonso con Alpine está proporcionando más hype por centímetro cuadrado del que muchos aspirantes a gurú pueden tolerar.
No veo mal vivir del asturiano, a ver, a fin y a cuentas de algo hay que tirar para llegar a fin de mes, pero no jorobemos que la bendita renovación pueda estar originando más ríos de tinta que los que brindó la susodicha de Hamilton por Mercedes AMG a finales de 2020, y eso que uno era ya heptacampeón y Kallenius andaba de nones.
Alpine y nuestro bicampeón se verán las caras en verano para dilucidar cuál será su futuro común o separado, y a partir de saber cómo queda la cosa podremos trazar las líneas que nos apetezca, pero dibujarlas en mayo —la verdad es que llevamos desde antes de marzo con el asunto—, sólo incide en esa sensación que alberga el populacho, al respecto de que no hay mucha diferencia entre un cuñao de internet y otro con título y vitola de especialista.
Obviamente la profesión y sus numerosos aspirantes saben mejor que yo qué hacer con sus huesos, pero a unos y otros les deseo que el Altísimo les conserve al Nano por muchos años. Lo necesitan como el comer.
Os leo.
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