A la estela de la película Senna de Asif Kapadia (2010), surgieron diferentes iniciativas literarias que pretendían incidir en la humanización del héroe, lo que supone, de base, admitir que a pesar del tiempo transcurrido desde su muerte en Tamburello permanece fuertemente idealizada.
Compro la idealización del ídolo brasileño pero no comulgo con la necesidad de humanizarlo, mucho menos en formato novela, pero sin ser sennista, mi afición por la Fórmula 1 lleva a quienes me quieren —sí, los hay—, a pensar que un libro sobre el paulista puede resultarme un gran regalo, y, bueno, este tipo de azares están ahí y La última noche de Ayrton Senna ocupa su sitio en mi biblioteca a pesar de que jamás lo habría adquirido porque no me gustan las vidas de santos (hagiografías), ni los enfoques supuestamente revisionistas que se amparan en el género novelado para acabar resultando más de lo mismo, fundamentalmente porque Kapadia se mostró Dios en este terreno perpetrando su documental.
El periodista italiano Giorgio Terruzzi yerra (a mi modo de ver, es una opinión, no os alarméis...) en su acercamiento a Senna a través de una ficción que, como indica el título, se enfoca a convertir la noche en el hotel habida entre el 30 de abril de 1994 y el 1 de mayo de ese mismo año, en un campo reflexivo intimista que como novela pierde muchísimos enteros y en realidad aporta nulas novedades sobre lo ya conocido, y, sin pretender ofender a nadie, porque para este viaje no hacían falta tantas alforjas, que diría mi abuela.
No obstante, el libro no es malo, ni mucho menos, y como en mi anterior contribución [Senna, Historias desconocidas... (J.M. Rubio y L. Martins)], lo recomiendo porque perfectamente puede servir a todos aquellos que aún no lo conocen en profundidad, si es que queda alguien, de trampolín para acercarse a la figura del tricampeón y lanzarse a explorarla posteriomente.
Publicado en italiano como Suite 200; L'ultima notte di Ayrton Senna (ed. 66thand2nd), lo encontramos en español como La última noche de Ayrton Senna (ed. Contra), con una traducción más que correcta que facilita mucho el tránsito por el texto, incluso en sus pasajes más pesados y empalagosos, que también los hay. En total, son unas 150 páginas de lectura amable, dentro de un volumen de 160 que se ha resuelto con una cuidada edición.
Os leo.
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