martes, 10 de mayo de 2022

In Flavio we trust

Hoy ha sido un día excelente para lo que vienen siendo mis jornadas habituales de unos meses a esta parte. He conseguido dibujar unas seis horitas bien labradas —colorear al Photoshop, más bien—, y hacia el mediodía me ha sonado la alarma «clasista mierder de barra de bar», que me avisa de que alguien alude a mi bendito sofá para tratar de desmerecer mis opiniones.

Tras un par de fintas me he quitado de encima al tostón «clasista mierder», y luego de desembarazarme del Alonso ese que tienen en boca todos los que dicen estar hasta los cojones del asturiano pero no saben vivir sin él, he acabado aterrizando en una amena conversación con Pedro Fermín Flores, una de esas pocas personas a las que puedo llamar amigo sin que se ofenda.

También está visto que los vascos tenemos un sentido de la amistad más generoso que el hijo batasuno de otro amigo, desgraciadamente fallecido, cuyo nombre renuncié a mentar en público no por las amenazas del chiquillo sino por aquello de que un progenitor nunca es responsable de los pecados de su vástago, y, obviamente, porque me resulta infinitamente más productivo cuidar de la memoria común y los buenos recuerdos que de lo impuesto por cualquier bastardo...

¡Ay, Dios! No me enredo, que sé que soy muy dado a ello. 

A lo que voy, el común denominador en las discusiones con «clasistas mierder» es que son negadores profesionales de la realidad, hablan mucho de la piscina de pirañas pero prefieren cualquier cosa antes que a un Embajador de la Fórmula 1, un tío que torció el brazo de la FIA en los tribunales serios, los que valen; un individuo que tiene en sus vitrinas 3 títulos de Constructores y 4 de Pilotos; que descubrió, un decir, a un tal Michael Schumacher y a otro tal Fernando Alonso, y apuestan sin sonrojo por la melifluidad de un Szafnauer o las actitudes impostadas de un Stroll o un Wolff, mismamente.

Que nos vamos a la mierda es un clásico en Nürbu desde su arranque en 2007. Y nos vamos, claro que nos vamos mientras sigamos alabando al frente de los equipos la presencia y pertinencia de Lorenzos, Otmares o Totos, dignos representantes de la cultura del esfuerzo de culebrear por la estructura.

La verdad es que no siento que haya solución a este sindiós. Los «clasistas mierder» campan a sus anchas en redes sociales y propagan un capitalismo rancio basado en la sumisión al programa, a la marca, en la lealtad a la figura del jefe, que el pobre necesita dos temporadas para demostrar su capacidad, o no, mientras a los conductores se los jubila a dos pruebas que no demuestren que responden a la confianza depositada en ellos —lo de Kvyat bajado de Red Bull a Toro Rosso en 2016 lo entendió todo el mundo, pero es que sois gilipollas. Lo sufrís en vuestra oficina o cadena de producción o punto de venta, cada día. Aplaudir eso debería estar penado por ley...

Y con todo esto pienso en el italiano, y en que no hay que casarse con quien tiene su bota apretando tu cuello, ni quererle, ni amarlo; y en lo fácil que resulta pasar por entendido en Fórmula 1 cuando desde la silla se mendiga a un amigo un pase al circuito, y desde la pantalla del ordenador y su teclado, se finge que todo está bien, que las cosas son así desde hace décadas, que lo que nos repugna era habitual entonces y no hay modo de cambiarlo aunque Miami haya resultado un truño insufrible.

Otmar o Flavio, es una buena pregunta, la única posible, que todo aficionado debería hacerse cada mañana antes de mirarse al espejo rascándose los huevos.

Os leo.

4 comentarios:

Khram Cuervo Errante dijo...

Hola, don José.

Ay, quién nos iba a decir que echaríamos de menos a Flavio, ¿eh? Y que nos pondrían a nada más y nada menos que a Szafnauer enfrente... Jodó, que decimos en mi pueblo.

Un abrazo chillao.

Jose Tellaetxe Isusi [Orroe] dijo...

Don Miguel, se le echa mucho de menos en Twitter... Abrazote largo ;)

Jose

Jorge dijo...

Cuando sacas tu lado más político en algunas entradas aún me gusta más tu blog, totally agree...

DeLorean dijo...

Discrepo.

Que lo que tengamos ahora sea "muerte", no quita que Flavio no sea "susto". Este tipejo casi se carga la carrera de Fernando y es un delincuente condenado por los tribunales italianos en varias ocasiones. No soy de los que juzga a alguien por lo que diga un juez y mucho menos en lo relativo a impuestos... pero en este caso hablamos de más cosas. A mí ese no me gusta ni un pelo, como tampoco me gustaba Mosley. Antes me quedo con Frank, que también tuvo lo suyo...

Le "robó" a Jean Todt el fichaje de ALO por Ferrari e hizo lo propio con Jordan, el verdadero descubridor de Michael. Luego cambió la "a" por el "the" y de nuevo mostró sus artes. Lo siento pero no, y no soy "buenista", solo prefiero a la gente honrada y humilde.

Me quedo con Binotto. :)