martes, 18 de septiembre de 2018

¿2012?


Comentaba con mi amigo Humberto, hace relativamente poco, que la urgente necesidad de defensa de Sebastian Vettel en su lucha por el Mundial 2018 es, fundamentalmente, la lucha cerrada por no parecer equivocados de todos aquellos que mantienen que los cuatro títulos del tetracampeón no formaron parte de una gigantesca operación de mercadotecnia.

Sin pretender poner o quitar nada al astro alemán, puesto que, al fin y al cabo, sigo considerando que es bueno y fue él quien firmó las sucesivas coronas con Red Bull, en el actual enfrentamiento de trincheras sobran tanto la excesiva exaltación del periodo 2010 a 2013 como las toneladas de presión extra que están metiendo al de Heppenheim desde determinados sectores, en los que, para colmo, el alonsismo resulta casi anecdótico.

Por mucho que insistiese herr doktor Marko en que los pitidos que sufrió Sebastian en el podio de Spa-Francorchamps de 2013 se debían a seguidores de Fernando Alonso llegados a Bélgica en autobús (sic), lo cierto es que la figura de Vettel ya era controvertida entonces. Y lo era porque a pesar de los hagiógrafos, sus hazañas en pista no convencían demasiado.

Esto del «no convencer» ha sido algo que hemos manejado muchas veces en Nürbu. No se trata de que no tenga valor batir récords o parecer una apisonadora cuando el viento viene de cola, consiste en que al aficionado medio le gusta comprobar que sus héroes también saben sufrir y son capaces de sacar la cabeza en situaciones complicadas, y aquí, salvo en la parte inicial de 2017 [¡Bienvenido, Sebastian!], el cuádruple Campeón de Mundo ha cumplido escrupulosamente el guión en su etapa en Ferrari: sin equipo detrás se ahoga en un vaso de agua.

Hamilton es infinitamente más denso. Ha pasado por etapas de todos los colores. Fue igualado a puntos por el Nano en 2007; venció a mi Felipe en 2008 por un miserable punto, in extremis; cayó en igualdad de condiciones en 2011, ante Jenson Button; y murió un poco cuando Nico Rosberg le propinó en 2016 un revolcón del que no sabemos si se ha recuperado todavía. Esto deja huella, y el de Tewin ha sabido aprovecharla, para qué vamos a engañarnos.

En el caso del protagonista de esta entrada la historia ha sido diametralmente opuesta. Siempre ha sido el uno del equipo desde 2009, incluso en 2014, cuando el dos de Red Bul (Ricciardo) le endosó un bonito correctivo. A mi modo de ver, Sebastian no sabe lo que es vivir lejos de algodones, y, obviamente, por mucho que sus corifeos nos cuenten otra novela, no responde ante situaciones complejas como un tipo que duerme en arpillera...

Hace meses, cuando esta temporada ni siquiera había echado a andar, escribí una serie de entradas [#GotTalent], en las que me aventuré a insinuar que si el de Heppenheim perdía este mundial, iba a ser por sus carencias en el plano piscológico. Lewis es mucho Lewis y Sebastian... pues eso: sigue siendo Sebastian, que no sé qué película han visto algunos para no comprender lo que pasa a día de hoy, 18 de septiembre.

Pero en este festival de gilipolleces no podía faltar la enésima vuelta de tuerca, y en vez de elegir 2011, 2010 o 2013, como la campaña en que deberíamos ver al Vettel que tiene obligación inexcusable de ponerse el equipo a sus espaldas, como un espejo que refleje 2018, y de aquella manera, elegimos al tun-tun 2012 [Ma Vettel è sempre il pilota che nel 2012 ha vinto il terzo titolo con un rush finale?], porque en realidad, el alemán jamás se ha visto en similar coyuntura. Vamos, que podíamos haber escogido cualquier otra.

Y esto es lo malo: que no hay ejemplos en el pasado. Que Sebastian no deja rastro reconocible. Y que de lo anodino, la peña prefiere quedarse con algo que parecía épico por circunstancias, sin serlo, con lo que volvemos al «convencer» de los demonios.

El Mesías de Maranello no es sino un buen chaval al que han viciado los intereses que afectan a la competición. Pero tampoco nos pasemos, Vettel es el mismo Vettel de antes. Sólo pasa que milita, en la actualidad, en una escuadra que quiere ser Brackley pero no le llega a la británica ni a la suela de los zapatos en efectividad, y que a partir de ahora le hará correr con todos los gastos, como hizo en 2014 con un tal Fernando Alonso.

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hombre, Chema! Tu nada, mantengámonos optimistas!

Ya encontraremos oportunamente unos bonitos epiciclos, que expliquen sin ningún margen de duda, el porqué de los movimientos retrógrados que parece describir nuestro superpilotazo. Nos sacamos del sombrero en un pispás alguna adhoc guapa, y ya está!