Me he propuesto llenar Nürbu de recuerdos de mis vidas anteriores y sus preciosos ocupantes...
Veinticinco de enero y el aire frío de la noche acaricia mi puerta susurrando que sigues estando ahí, donde quedó varada tu sonrisa mientras te despedías, que no hay abril bueno sin su sortilegio, ni horas altas ni bajas sino voluntad de continuar queriendo con una hojita de romero y una miaja de comino en el puchero. Como agua para chocolate. Esquivel con Tita recreando en el fogón el amor verdadero, el poder de la paciencia y el cariño y la esperanza. Y un ruego para ti, Lourdes: allá donde estés, este año tampoco dejes de reír, pues no anda el mundo para más soledades y tristezas.
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