El deseo de prolongar lo disfrutado nos está llevando a pronosticar para 2025 lo que quizá nunca lleguemos a ver. ¡No lo sé, Rick! Ferrari, con Hamilton a bordo, no pienso que esté para hacerle regalos a Woking. Mercedes AMG, sin Hamilton ahora, no creo que se permita el lujo de cederle terreno al cliente...
Red Bull es duda en mi quiniela, lo confieso, pero, en todo caso, Lando y Oscar van a correr este año entre auténticos lobos, no como los del 24, y contando entre ellos al hambriento Verstappen, a quien tampoco veo conformándose sólo con los cuatro títulos que tiene en el bolsillo...
Es pronto, muy pronto para meterse en este tipo de berenjenales, aunque a falta de pan buenas son tortas, que se decía antaño, y los artículos, opiniones y darditos inocuos en redes sociales, perseveran en olvidar que la Fórmula 1 es un ámbito donde suele primar una cabeza bien puesta sobre los hombros y evitar el karaoke.
Con el tope presupuestario cernido sobre los equipos cual espada de Damocles, y una nueva Normativa que entrará en vigor el 1 de enero de 2026, lo esperable es un 2025 en el que se estire lo ya usado en cuanto a herramientas, que acaso haya alguna novedad muy puntual y se implementen las evoluciones que quedaron aparcadas en 2024, y que los volantes de siempre luchen por los primeros puestos por aquello de en río revuelto hay ganancia de pescadores, pero para McLaren y sus pilotos todo esto lo sigo viendo demasiado a desmano. Que a lo peor me equivoco, pues yo también escribo estas líneas desde el desconocimiento absoluto.
Os leo.
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