Es una verdadera lástima que no pueda contestar a una hipotética entrevista, el hombre que por el respeto que se le tiene y porque ha vivido dos etapas claramente diferentes en nuestro deporte, perfectamente podría sonrojar con sus declaraciones a más de uno en el paddock.
No había caído en la cuenta —y mira que era sencillo, y mira que he escrito bastante sobre la gama 2018 de Pirelli— hasta que he leído a Fernando Alonso recordar los límites de juegos para cada fin de semana. No falla: cualquier buena idea en Fórmula 1 acaba topándose con los límites absurdos fijados por normativa. La pela es la pela, comentábamos ayer, y con los neumáticos también, que todo no puede ser...
En todo caso, que es a lo que vamos esta tarde, Michael la clavó en 2012 cuando sentenció que eso de tener conducir cuidando los neumáticos era como ir pisando huevos. Por suerte (para él), el Gran Caimán lo dejó antes de que asomara las orejas la etapa híbrida.
Sí, lo he comentado otras veces: intuyo que Schumacher no se habría quedado ni contando con un coche superganador como los que llegaron a Brackley en 2014. A él le gustaba tirar, estar por encima de su máquina, ir al 150% cada centímetro de asfalto, y todo esto casaba muy mal con la moderna filosofía de nuestro deporte, que como no anda para gastos suntuarios ha impuesto recortes donde no hacía puñetera falta. Michael no se divertía en su retorno, y cuando un animal como él no lo pasa bomba suele dejarlo porque puede elegir dónde y cómo matar el rato.
En todo caso, que es a lo que vamos esta tarde, Michael la clavó en 2012 cuando sentenció que eso de tener conducir cuidando los neumáticos era como ir pisando huevos. Por suerte (para él), el Gran Caimán lo dejó antes de que asomara las orejas la etapa híbrida.
Sí, lo he comentado otras veces: intuyo que Schumacher no se habría quedado ni contando con un coche superganador como los que llegaron a Brackley en 2014. A él le gustaba tirar, estar por encima de su máquina, ir al 150% cada centímetro de asfalto, y todo esto casaba muy mal con la moderna filosofía de nuestro deporte, que como no anda para gastos suntuarios ha impuesto recortes donde no hacía puñetera falta. Michael no se divertía en su retorno, y cuando un animal como él no lo pasa bomba suele dejarlo porque puede elegir dónde y cómo matar el rato.
En fin, recuerdo a Bernie Ecclestone diciéndole a Ron Dennis —cuando éste se quejaba de los altos costes de la competición—, que empezara por meter la tijera en tanto motorhome y tanto camión como llevaba McLaren a los circuitos. Y lo cierto es que razón no le faltaba. Ése es el problema y lo ha sido siempre. A la gente del paddock le gusta enseñar poderío ante los patrocinadores y la prensa aunque la tenga chiquitita y se vea obligada a endeudarse hasta las cejas. Gerard Lopez (Lotus) admitía sin rubor que de Fórmula 1 entendía más bien poquito o nada, pero que estaba aquí, al frente de su escudería, porque era el mejor escaparate del mundo y donde mejores negocios se hacían.
¿Cuándo se comió el escaparate al producto? ¿Cuándo empezó a ser más importante la puesta en escena que la escena misma...?
Son preguntas sencillas de responder: cuando se empezó a correr dentro de lo aconsejable; cuando al rival comenzó a doblegársele en pista con ayuda del DRS; cuando el riesgo en la competición dejó de consistir en salirse en una curva tomada a fondo y pasó a ceñirse a no molestar al ingeniero, que consumir más gasolina o ruedas te lleva a tener que pasar por garajes sí o sí... En una palabra, todo se fue al carajo cuando los límites dejaron de ponerlos el equipo, su máquina y su piloto.
Jorge (Jors), me recordaba hace unos meses que antes se buscaba la velocidad antes que la fiabilidad y que ahora la historia es justo la contraria. Sin fiabilidad no hay posibilidades de hacer nada en la actualidad, y para encontrarla hay que armarse de paciencia y aceptar que la Fórmula 1 se parece demasiado a la Resistencia como para pedir peras al olmo.
Dicen que somos la disciplina más atractiva del motorsport, pero hay que ahorrar combustible, energía, gomas. Y cuando sólo tienes cuatro juegos para el fin de semana del compuesto más rápido, pues eso, que te dejas de chorradas, de tirar a lo fuerte, y economizas recursos aunque Pirelli, en vez de una gama arcoiris, te proponga la Pantone al completo.
Me gustaría escuchar lo que piensa Michael sobre todo esto, pena que no pueda ser...
#KeepFightingMichael. Os leo.
¿Cuándo se comió el escaparate al producto? ¿Cuándo empezó a ser más importante la puesta en escena que la escena misma...?
Son preguntas sencillas de responder: cuando se empezó a correr dentro de lo aconsejable; cuando al rival comenzó a doblegársele en pista con ayuda del DRS; cuando el riesgo en la competición dejó de consistir en salirse en una curva tomada a fondo y pasó a ceñirse a no molestar al ingeniero, que consumir más gasolina o ruedas te lleva a tener que pasar por garajes sí o sí... En una palabra, todo se fue al carajo cuando los límites dejaron de ponerlos el equipo, su máquina y su piloto.
Jorge (Jors), me recordaba hace unos meses que antes se buscaba la velocidad antes que la fiabilidad y que ahora la historia es justo la contraria. Sin fiabilidad no hay posibilidades de hacer nada en la actualidad, y para encontrarla hay que armarse de paciencia y aceptar que la Fórmula 1 se parece demasiado a la Resistencia como para pedir peras al olmo.
Dicen que somos la disciplina más atractiva del motorsport, pero hay que ahorrar combustible, energía, gomas. Y cuando sólo tienes cuatro juegos para el fin de semana del compuesto más rápido, pues eso, que te dejas de chorradas, de tirar a lo fuerte, y economizas recursos aunque Pirelli, en vez de una gama arcoiris, te proponga la Pantone al completo.
Me gustaría escuchar lo que piensa Michael sobre todo esto, pena que no pueda ser...
#KeepFightingMichael. Os leo.
3 comentarios:
Si Franco levantará la cabeza... Jaja! Un abrazo anónimo,José. No lo dejes, que nos vas a echar mucho de menos.
Un buen dictador necesitamos, que arregle todo esto.
... Pero uno que no esté senil, y que lo que se la deje tiesa sea el olor a gasolina, más que el de la tinta de los billetes.
Ayer un compañero de trabajo me decía: Mira, éstos de las motos todos llenos de pegatinas, y los coches de (f1), menos dos equipos, casi vacíos. Pues eso.
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