jueves, 29 de marzo de 2018

Terraplanismo [II]


En Fórmula 1, cambiar los nombres de los protagonistas ni arregla ni soluciona las cosas; modifica la perspectiva y como juego para matar el rato puede estar incluso bien, para más, sencillamente no vale un pimiento. 

Mal que pese decirlo, hay quien piensa en nuestros días que si anduvieran por aquí Jim Clark, Ayton Senna o Michael Schumacher, cualquiera de ellos pondría a la mayoría de nuestros pilotos en su sitio y sujetando el volante con una mano. Por desgracia ninguno de los tres puede compartir parrilla en la actualidad con Hamilton, con Vettel o con Alonso, Grosjean, Verstappen, Vandoorne, Magnussen, Sáinz... Otra cosa es que si bien ni el escocés ni el brasileño tuvieron oportunidad de intentarlo, el mago de Kerpen sí la tuvo, y claudicó, y mordió el polvo y dobló la rodilla ante esa fea premisa que recuerdo de tanto en tanto: cada Fórmula 1 es diferente a la anterior y a la siguiente. Mucho, poco, pero siempre distinta.

Es noche de Jueves Santo y al mes de marzo le queda un suspiro. Yo no vine a morir a Gorliz pero a veces pienso que a lo peor me está pasando como al Kaiser, que no imaginaba que las cosas hubieran cambiado tanto en tan sólo un puñado de años como para que le resultara tan difícil reconocerlas y adaptarse, él, que había vivido tantos cambios y los había sobrevivido.

Llevamos años en que la pretemporada se nos mete en el calendario. Esto es de primero de párvulos, pero hay gurúes y expertos que insisten en reclamar resultados y comportamientos en las carreras iniciales del campeonato, que simplemente no se pueden dar porque los coches aún no están hechos del todo y sus pilotos continúan acostumbrándose a ellos.

Por mucho que insistamos en que las horas de simulador son idénticas a las de contacto físico con la pista, la realidad nos dice que no. La correlación de datos entre lo ofrecido por el túnel de viento o los programas de dinámica computacional de fluidos, necesita ser ratificada por el desempeño del vehículo sobre el asfalto, y por consiguiente, la actividad empleada en la simulación queda pendiente de concretar si es correcta o no, y en su caso, de saber si las desviaciones en las estimaciones son asumibles o resultarán insalvables. 

Salvo al tipo de terraplanista del que estoy hablando esta mañana, a nadie con dos dedos de frente le cabe en la cabeza que Grove no haya hecho las cosas en invierno enfocándolas a que el FW41 saliera un monoplaza virtuoso, por poner un sencillo ejemplo que tenemos bien a mano.

No, no es de recibo pensar tan liviano ni presuponer que un Clark, un Senna o un Schumacher, podrían, en caso de tener ocasión, cambiar el rumbo de las cosas en la británica, por seguir con nuestro ejemplo.

Si me permitís decirlo así, nuestra Fórmula 1 es tan idiota que supedita su excelencia a un sistema que adolece todavía de una profunda y prolongada adolescencia. Ni los túneles de viento son perfectos ni la dinámica de fluidos computacional lo es. Ambos ámbitos teóricos precisan de comprobación empírica para demostrar su validez, y aquí viene donde la matan, ya que por mor del ahorro y la contención del gasto, la FIA y los equipos hacen como el avestruz y meten la cabeza en el hoyo y dicen que todo esto es suficiente cuando año tras años vemos que así nunca salen las cuentas.

En consecuencia se reducen los entrenamientos, pero como siguen siendo necesarios para comprobar si las cosas van bien, regular o mal, si hay salida o es mejor centrarse en el coche de la campaña que viene, la pretemporada abusa de su ineludible importancia y convierte las primeras citas del calendario en tests postergados en el tiempo. Y vienen los listos y los terraplanistas y reclaman resultados desde Melbourne aunque la realidad insista testarudamente en que no es posible.

Al paso que vamos, como sucede siempre, sacrificaremos en el altar de la memez a tres o cuatro pilotos y a otras tantas máquinas...

En fin, incluso Pirelli sigue probando su producto para esta temporada. Haceros cuenta de la validez y oportunidad de ciertos comentarios y prisas por ser los primeros en decir ¡ya lo dije!

Jim Clark, Ayrton Senna o Michael Schumacher no son válidos cambiados de época. Estaban acostumbrados a probar y probar la herramienta de trabajo hasta conocer sus límites sobre la pista, el último juez, el único válido todavía hoy, y los imagino a los tres desternillándose de la risa si alguien les mencionase que con la simulación se podría lograr la excelencia en una disciplina tan complicada y tan necesitada del factor humano como sigue siendo la Fórmula 1.

¡Ea. Disfrutad de lo que queda de este Jueves Santo! Os leo.

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