Espero que no me toméis a mal que echemos el ratito de esta tarde hablando de Fórmula 1. Y es que anda la gente haciendo cuentas para justificar de aquella manera que McLaren haya roto su relación con Honda, y lo único que se me ocurre para ahuyentar tanto fantasma es recordar que las únicas cifras que valen son las que cantan.
De 2014 a 2016, de las cincuenta y nueve carreras disputadas, cincuenta y una fueron ganadas por las estrellas de plata y las ocho restantes las perdió Brackley casi por incomparecencia o no parecer excesivamente abusona. Os ayudo a hacer las cuentas: un 88,44 % de éxito, tres Campeonatos Mundiales consecutivos en Marcas y en Pilotos, y otros tantos Subcampeonatos Mundiales, que la entente anglo-germana no dejó a sus rivales ni luchar por las migas.
En 2017 habíamos cambiado de reglamento con la intención de mejorar este aspecto, pero osti tu!, que dicen los catalanes, ha mejorado la cosa aunque tampoco demasiado, gracias al aceite de marras, a las Pirelli y a don Charlie Whiting. De las trece pruebas que llevamos disputadas, Hamilton y Bottas se han metido ocho entre pecho y espalda...
Yo sé que es pedir mucho. El pobre Sebastian no es muy carismático que digamos y comprendo perfectamente que muchos de vosotros digáis que pasáis a los postres sin probar el churrasco, pero entre el cuarto truño consecutivo de Mercedes AMG y la nada, sólo nos queda Ferrari.
Es complicado de digerir, pero es así por muchas vueltas que le demos.
Bajo mi humilde punto de vista no se han hecho bien las cosas. Arrivabene, por no inquietar a Vettel sacrificó en exceso a Kimi a comienzos de temporada. Para cuando reaccionó ya era tarde. Brackley funcionaba como un puñetero cronómetro suizo y había comenzado a dar a la rossa hasta en el cielo de la boca. El boceto de antes de verano apuntaba a buen dibujo y entre Bakú y otras zarandajas, Maranello se veía obligada a ceder buena parte de su ventaja, en pista y en los despachos. Total, que a la salida de Monza, Ferrari no lidera ni la de constructores ni la de pilotos.
Bajo mi humilde punto de vista no se han hecho bien las cosas. Arrivabene, por no inquietar a Vettel sacrificó en exceso a Kimi a comienzos de temporada. Para cuando reaccionó ya era tarde. Brackley funcionaba como un puñetero cronómetro suizo y había comenzado a dar a la rossa hasta en el cielo de la boca. El boceto de antes de verano apuntaba a buen dibujo y entre Bakú y otras zarandajas, Maranello se veía obligada a ceder buena parte de su ventaja, en pista y en los despachos. Total, que a la salida de Monza, Ferrari no lidera ni la de constructores ni la de pilotos.
Singapur pinta de maravilla para la de Il Cavallino Rampante pero quedan otras seis citas por delante. No os estoy pidiendo que os hagáis tifosi hasta Abu Dhabi y más allá, faltaría más. Os imploro que sopeséis si merece más la pena tener un tetracampeón británico que asaltará nuestra intimidad incluso desde la páginas del Hola, que un pentacampeón (¡cómo duele escribir esto!) que a lo más que llegará es a enseñarnos su dedito en tres o cuatro fotografías, como si sostuviera un hada con la yema.
Sebastian ha crecido. El 2017 es infinitamente mejor que en su estapa en Red Bull posterior a 2009. Ha comprendido que hay que ganarse las alubias y las pelea desde el minuto uno. Hoy, con sus matices, es un tipo Ferrari como lo eran Gilles y Fernando vestido de rosso, pero repito: el de Heppenheim es lo único que nos queda entre las trampas de Toto, Niki y maese Zetsche, y bajarnos los pantalones por cuarta vez consecutiva.
Lo tengo claro, me dijeron que esto iba de Zipi y Zape, y os aviso desde estas líneas por si queréis apostar por un bando que merezca realmente la pena, pongáis los dirus, que decimos aquí arriba, en el casillero de Zape. Tiene peor publicista que Zipi, pero se lo está currando infinitamente más. Y por si sirve de guía: no es británico ni falta que le hace.
Os leo.
Lo tengo claro, me dijeron que esto iba de Zipi y Zape, y os aviso desde estas líneas por si queréis apostar por un bando que merezca realmente la pena, pongáis los dirus, que decimos aquí arriba, en el casillero de Zape. Tiene peor publicista que Zipi, pero se lo está currando infinitamente más. Y por si sirve de guía: no es británico ni falta que le hace.
Os leo.
10 comentarios:
Creo que el reto de Ferrari está en la UP, el chasis parece muy bueno. Tampoco hay que olvidar a Red Bull, pueden erigirse como jueces del título.
Para mi que el campeonato lo ganara Bottas sería la repolla xD y puestos a soñar, que gane Ricciardo por Dios!! Y es que las dos opciones que planteas ni me gustan ni convencen.
El amigo Justin Bieber creo que se llevará el gato al agua. Y estoy contigo en reconocerle al alemán todos sus méritos, pero me parece que va a serlo de remar y remar para morir en la orilla. Me arde el alma sólo de pensar en los tramposos y trampas que mencionas.
Tal como dijo Joserra, nos estás pidiendo que elijamos entre el sida o la lepra.
Yo personalmente prefiero que gane el bocachancla y así estén empatados a cuatro títulos... no me quiero ni imaginar lo que harán los hijos de la gran bretaña en los siguientes años si Hamilton no consigue este título.
Además me aterra ver a arribaelpene y el otro impresentable siendo campeones del mundo.
En fin, lástima que Bottas no tenga instinto de killer!
Yo no sé cuál de los dos me cae peor, si Vettel o Hamilton, así que: que pierdan los dos y gane Ricciardo, que esté si que me cae bien !
Jose......lo siento pero va a ser que no .No podría preferir a Vettel ni aunque luchase contra él mismo . Imposible . Y verlo con cinco mundiales , estando Fernando con dos sería un insulto a la inteligencia .
Eso sin contar las barbaridades que dirían de Alonso de quedar campeones . Saludos
Lo que debería pasar el que Hamilton ganará el mundial. Y el año que viene, Renault tenga un motor a la altura, y o bien Fernando o bien Richiardo ganaran a dos tetracampeones puestos por el ayuntamiento. Así por fin habría un campeón y no solamente un ganador, como está pasando estos años.....
!!! Plas plas plas plas plas !!! (Aplaudo tu comentario)
Música para mis oídos.
Comparar a Vettel con dos sacrosantos como Gilles o Fernando es sacrilegio. Cuando el cavallino te suelte una una coz, no te extrañe. Ni por manos, carisma o amor propio, llega a la suela de ellos.
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