domingo, 5 de febrero de 2017

¡Liberty al rescate!


Si ponemos en una coctelera las quejas vertidas contra nuestro deporte por Jaime Alguersuari o Raffaele Marciello, una medida y media de ron, tres cuartos de licor de manzana, media de vermut seco y abundante hielo, y agitamos luego la mezcla, nos salen las propuestas de Liberty para encarar el futuro de la Fórmula 1 acompañándose de la marcha del Liliburtero.

Tirotatí, tirotatí, tirotatirotarirotatí...

Sabido es que en España somos más papistas que el Papa, y puesto que eran otros tiempos, Bernie andaba todavía por ahí, y si decías o apoyabas algo inconveniente te jugabas que te retirasen el pase de prensa con que lucirte desde el avatar de Twitter, lo normal fue que al barcelonés se le pusiera de vuelta y media por la ocurrencia, y que a Lello se le hiciera el caso imprescindible pero más bien tirando a poco.

¡Esto siempre ha sido así!, se decía. Bueno sí, pero, pienso, hay un momento en la vida en que debes plantearte si vas a seguir haciendo lo que siempre o te merece la pena cambiar, por probar o por abandonar la zona de confort, yo qué sé. Y el caso es que para hacer algo diferente hay que reflexionar y ponerse un poco autocrítico, a resultas de lo cual, corres el riesgo de alterar el sueño de los comodones que te tildan de rancio a la mínima, porque no sabes ver la poética subyacente que anida en una competición en la que lo importante no es ir a zapatilla suelta, sino la economía del combustible y las gomas, no importunar a Charlie (Whiting) con acciones agresivas, of course!, y, desde luego, tirar de DRS en pista y estrategia en boxes.

Sin querer, o queriendo, llevamos una década y media apostando sobre el asfalto por la horchata en vena en vez de por la sangre de toda la vida, y fuera de él, por el dinero...

Y aquí viene Liberty y quiere arreglar las cosas. Y puesto que Bernie ya es historia viva de nuestro deporte, a la gente del paddock y aledaños se le ha soltado la lengua y empieza a aflorar que hay que devolver el deporte a sus protagonistas: los pilotos, y que lo de la tela está bien, pero si hay calidad detrás... 

Me han sorprendido los yanquis, lo confieso. No esperaba que se remangasen tan pronto ni que abriesen tantos frentes a la vez. 

Pretenden mejorar el cotarro ayudando a la estructura, inicialmente, a sobrellevar los pesados lastres heredados de la era del imprescindible. Los contratos están ahí, y algunos duran hasta 2020. No se va a ir contra ellos, pero se van a buscar cauces para hacerlos más viables. Mientras tanto, Ross Brawn, en concreto, apunta a unas reglas más sencillas, a eliminar la complejidad, a quitar el DRS y dejar que los conductores se las arreglen entre sí en pista sin la intromisión constante de los comisarios. Quiere más igualdad económica, de posibilidades, ¡ah! y un sistema de promoción de pilotos más racional...

Todo suena muy bien, pero suena mejor desde que hemos sabido que la americana también se ha puesto con las disciplinas inferiores.

Pero como venía diciendo, al parecer, Jaime, Raffaele y los molestos criticones, entre los que me incluyo, no andábamos muy descaminados. Y lo cierto es que no me sorprende: la plaza del pueblo era demasiada chiquita como para quemar a tante gente en la hoguera.

Tirotatí, tirotatí, tirotatirotarirotatí...

Os leo.

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