El accidente sufrido esta mañana por la piloto de pruebas de
Marussia, María de Villota, ha convulsionado Internet, los medios, y si
nos ponemos, a la madre que parió a Peneque, porque tras saltar las
inevitables y comprensibles alarmas, inmediatamente se ha puesto de
relieve lo fina que resulta la piel de quienes sin encomendarse ni a
Dios ni al diablo, han clamado al cielo para recordar que María,
simplemente María, no tiene la superlicencia que otorga la FIA a
los elegidos para la gloria, y claro está, con tamaña carencia, era de
todo punto comprensible que pasara lo que ha pasado.
Lo gracioso del asunto (se puede hablar en estos términos ahora que
sabemos que María por fortuna se repone positivamente de su accidente),
estriba en que muchos de los que han aprovechado para zarandearla de
nuevo en nuestro siempre agradecido país, van por la vida como
periodistas sin que nadie les reclame título, curriculum u honores, para
que sea creíble o admisible que ejerzan como tales.
Por suerte no creo en los diplomas ni en
los carnets de partido o de lo que sea. Podría llenar esta entrada de
referencias a gente que a lo largo y ancho de la historia ha desempeñado
determinadas profesiones gracias a que sus proyectos los firmaban
amigos o familiares. Podría, también podría, aburriros relantando los
nombres de la peña que sin haber acabado una carrera, la ha ejercido
mejor que aquellos de su promoción que sacaron sobresaliente, o acaso de
aquellos otros que aun habiendo acabado una, han destacado en otra para
la que teóricamente no estaban capacitados. Podría, pero no me da la
gana, porque los títulos en el fondo, sirven de bien poco, y en lo
nuestro, de absolutamente nada.
Dicho lo cual hay que recordar que todo este tinglado que disfrutamos
en la actualidad se montó gracias a tipos como María. Individuos o
individuas, como recomendaría tal vez doña Bibiana Aido, que querían
correr y que de una u otra manera lo consiguieron, o no, para qué vamos a
engañarnos, pero que jugándose la vida o aún perdiéndola, terminaron
por inscribir sus nombres en el índice de olvidados, de secundarios, o
con suerte y mucho trabajo, en el de protagonistas que vivieron o viven
para contarlo.
Al hilo me viene a la mente la anécdota de un bisoño Nelson Piquet
(padre, que hay que decirlo todo), preguntándole a su jefe de escudería,
a su patrón, vamos, cómo iba el asunto, y a Bernie Ecclestone, sí, el
mismo que viste y calza, contestándole: ¿Ves esa curva a izquierdas?, pues la tomas, y luego continúas todo seguido, pero rápido…
Papeleo, burocracia, títulos, definición de categorías o cajitas
donde cabemos todos, o donde deberíamos caber para que el mundo siga
funcionando como un cronómetro previsible hasta el hartazgo… María, esta
mañana, trataba de cumplir el trámite, esa cosa pesada como el plomo
que dice lo que eres o no en la vida, así de tajante, que queda mejor.
La piloto española a la que algunos describen sucintamente como
inteligente, simpática y guapa sin poder evitar decir que es hija de don
Emilio, masculino referente, intentaba cubrir un puñado de kilómetros
como la profesional que se siente, que la ayudaran en su aventura de
soñarse piloto suplente, quién sabe si oficial, si por ventura (es un
decir, coñe, que no me pasáis ni una) a Timo le daba otro retortijón de
tripas y la madrileña podía sustituirlo porque definitivamente estaría
habilitada para presentar los papeles que ahora no tiene.
Es curioso, no me digáis que no, que el exponente de lo que ha
levantado toda esta tramoya, hoy, por ser protagonista de un accidente
que podía haber sufrido cualquiera, con superlicencia o sin
ella, sea precisamente diana de mofas y de cachondeos mientras la peña
no repara en que la culpa del suceso no la tiene la víctima, María,
simplemente María, sino el organismo que extiende las certificaciones de
marras sin mover un miserable dedo para que en las peligrosas pruebas
que tienen que superar candidatos como nuestra compatriota, en
aeródromos de mierda, impere la más mínima seguridad.
Os leo.
Os leo.
4 comentarios:
Toda la razón señor.. lo único que puedo decir que se recupere maría.. saludos
Lo que me preocupa realmente del asunto es que los cascos de los pilotos no son tan seguros como creíamos. Me explico: a sesenta kilómetros por hora la hoja de la plataforma del camión ha actuado como una cuchilla, rompiendo la calota del casco y penetrando dentro, entre el labio superior y las cejas, para fracturarle el cráneo. Quizás sea la hora de que pongan en marcha el proyecto de blindar de alguna manera el cockpit.
Sabias palabras. Ahora todos estamos con María.
Que tragedia, he leído que no han podido salvarle el ojo derecho, que putadas mas grandes nos tiene reservada la vida a veces. Y como siempre, los "profesionales" de la seguridad incapaces de prever los incidentes, ahora saldrán una miríada de regulaciones y reglamentos que prohiban tales y cuales cosas, otra vez regulando a piloto perdido.
Le deseo la mejor de las recuperaciones, que gran pena!
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