domingo, 1 de julio de 2012

El hijo pródigo


El mundo parece no tener intención de querer cambiar su rutina. Saturno sigue devorando a sus hijos mientras les declara culpables de lo que aconteció, de lo que pasa y de lo que sucederá, condenándolos así a la tristeza más profunda. Entretanto y por fortuna, sigue habiendo lugar para los milagros. Así, el jersey de rombos que lucía Fernando cuando la política, aquélla, ésta y la otra, toda ella, lo convirtió en rehén de su megalomanía en Cheste, como podía haber sido en otro sitio, se volvía jirón de bruma el pasado domingo, cuando el Nano paseaba su orgullo tras haber obtenido la victoria en la soleada Valencia.

Ayer concluía junio tras haber cumplido el rito anual del solsticio de verano, y nos deja esa imagen que llena la retina de los aficionados y les hace olvidar que desde el veintiuno, los días son más y más cortos, y las noches más y más largas. El mundo sigue erre que erre. Ni quiere, ni sospecho, sabe cambiar el paso, aunque a cambio nos presta algunas miguitas de pan que nos mostrarán el camino al hogar en cuanto nos demos la vuelta. Fernando ya las divisa, volvió para pagar aquí sus impuestos, y volvía de nuevo hace tan sólo unos días para sentirse otra vez uno de los nuestros.

Como si hiciera falta reclamarlo —a lo peor sí que era necesario—, el Alonso renuente a todo contacto, el soberbio, el arrogante, el individuo esquivo que se oculta detrás de sus gafas de marca, el borde, el altivo, el tipo al que tanto se ha criticado por un quítame allá esas pajas, se bajaba el otro día del altar al que le habían subido los amigos de tirar piedras a tejado propio, para compartir su hazaña con quienes en el fondo siempre le han protegido: la gente, el público, su público, ese pueblo llano que no comprende qué coño significa el efecto Coanda, pero que sabe de tribus y que lo primero son los de casa. Y el gentío, el populacho cuyo olor molesta a algunos expertos, le abría los brazos, sencillamente porque le estaba esperando.

Fernando en Valencia se redimía un poco más consigo mismo. Lo pienso tal cual lo he escrito, entre otras cosas porque lleva tiempo dando muestras de estar harto de tanto frío como impone la distancia, y no me refiero sólo a su reciente asalto a Twitter, sino a algo que se le viene notando desde que aterrizara en Maranello, allá como en 2010. Ahora intuyo que tuvo que ser más duro de lo que imaginábamos aquello que sucedió en McLaren durante 2007, y que su paso por Renault tampoco tuvo por qué ser un camino de rosas para el asturiano, mientras esperaba pacientemente a que llegara el séptimo de caballería

Y llegó, y con él el calorcillo que templaba de nuevo el ambiente, y la seguridad perdida, y tantas y tantas cosas que hacen que acabemos mirando el sendero que hemos dejado atrás por ver si es posible retroceder por él para seguir avanzando, echando cuentas además, de las deudas que aún no hemos saldado y valorando cómo y cuándo podremos pagarlas.

En este sentido, Valencia suponía una cita demasiado importante como para dejarla escapar por el traspiés ocurrido el sábado anterior al Gran Premio, durante la calificación, de manera que el de Oviedo salía undécimo pero como si lo hiciera desde la pole, dispuesto a doblegar tanto a sus rivales como a esa aristocracia mediática que sólo sabe maltratar a nuestros poetas, convirténdolos en muñecos de trapo o en pañuelos para limpiarse los mocos según convenga. Y Fernando vencía y convencía el pasado domingo, y lo hacía con luz y taquígrafos, ante su gente, quien sabe si con el ánimo de que nadie pueda enmendar jamás las líneas que escribió con mano firme sobre el asfalto de la ciudad del Turia, o tal vez con la intención de que se nos meta en el mollera, y de una vez por todas, que ésta es también su casa.


1 comentario:

Tadeo dijo...

Aparte de la grandiosidad de Alonso, hay un tema que aun me ronda por la cabeza, que son las tan manidas Pirelli.

Usaron las blandas y las superblandas en un circuito revirado con aceleración, frenada, aceleración y un par de puntos de pie a fondo, uno de ellos con DRS.

Sin embargo los guerreros sacaban la espada en los terrenos virados y no en la recta, ¿cual es la influencia de las Pirelli en este estilo de conducción? recordemos que Alonso no fue el único guerrero ese día, hubo muchos más.

Me temo que con calor y ruedas blandas, la aerodinámica no cuenta tanto en este tipo de circuitos, cuentan más las Pirelli y que para el espectáculo es mejor usar las blandas y superblandas.

Miedo me da Agosto, creo que compartido, los guerreros necesitan armas tan simples como unos buenos neumáticos de competición, aunque pierdan el filo de repente.

Saludos