Eyaculatio precox

Tras haber leído esta semana que Fernando está a la espera de una pieza mágica para comenzar a darnos algunas alegrías, me ha venido inmediatamente a la cabeza que tal vez el invento consista en una pastillita azul que a pesar de sus contraindicaciones goza de gran arraigo popular, y no sólo entre los representantes masculinos de la segunda y tercera edad. Ya puestos, creo que la pieza en cuestión, de ser lo que sospecho, debería ser prescrita para resolver los problemas que aquejan a todas las escuderías salvo a dos, cuyos nombres silencio por no meterlas en tan espinoso fregado, porque desde Renault hasta McLaren, pasando por BMW y por Toyota, por Ferrari en según qué casos, por Williams también, y obviamente por los más alicaídos: Force India y Toro Rosso, este año, la práctica totalidad de la parrilla necesita algo más que esperar milagros o recurrir a la magia.

Echo de menos al Doctor House. Él sabría meter mano al asunto de manera certera, pero me lo han ingresado en un sanatorio mental para que recupere la mala leche sin necesidad de tanta bicodina como almacena en el cuerpo, así que con vuestro permiso voy a tirar de mis rudimentarios conocimientos de primeros auxilios, en solitario, sin encomendarme a Dios ni al diablo, porque los síntomas principales que recomendarían el uso de Viagra me parecen claros, y el exponente más evidente tal vez haya sido el mostrado por el MP4/24 (con KERS) de Hamilton en su intentro infructuoso por levantarle la posición al ornitorrinco (sin KERS) de Piquet en Istambul Park, y la alarmante recaída del británico (sin KERS) en Silverstone, esta vez ante el coche de Alonso.

En general se aprecia que hay impotencia en la largada y en el remate sobre el asfalto, y abundancia de gatillazos e incontinencias a lo largo y ancho del muro. Afecta a todo el mundo menos a esas dos escuadras que comentaba al principio, aunque bien mirado pudiera ser que también les afectara porque ha habido situaciones en su interior que aconsejan sopesarlas con cautela, ya que son de difícil encaje y explicación si no es bajo el prisma de una disfunción puntual. Tal vez estemos ante una maldición bíblica, ¡yo que sé!, pero falta vigor, arrojo, seguridad en el acto, confianza en el ánimo de los protagonistas, autoestima… y sobra mucha mala baba fuera de la cama.

Lógicamente observo que hay más síntomas: secundarios, nimiedades, incluso sutilezas que delatan que el cuadro clínico de la competición necesita de un rápido y certero diagnóstico si queremos salvar los muebles, porque la precipitación está marcando la pauta, a diestro y siniestro, en forma de un arrojado quiero y no puedo que en determinados momentos suena como trompeta gallarda a que viene el 7º de caballería, y que pasado el instante álgido se queda en nota falsa.

Como no se ponga solución al asunto, y pronto, lo llevamos claro, porque hay voces autorizadas que advierten que para el año que viene vamos a tener más de lo mismo. Pero mientras esperamos acontecimientos quiero decir que me parece estupendo que en Enstone se hayan dado cuenta de la gravedad del problema y de que hayan tomado la iniciativa por una vez (Briatore sí que sabe de vigorizantes), porque ahora sí llevamos ventaja y podemos gritar bien alto que estamos salvados.