No lo decís porque sois gente educada, pero la mayoría de vosotros tampoco querría ser como Lewis.
Yo no, por descontado. Al británico no hacen sino pasarle cosas buenas desde que trascendió lo del correo electrónico acusador [Quien no llora no mama], incluyendo su victoria en Silverstone o que ni me molestara en cuestionar su peculiar manera de defensa sobre Verstappen en Hungaroring, básicamente porque hay batallas que ya no me interesan, pero el tío insiste en interpretar a un Hamilton cicatero con su fortuna, y lo mismo que ayer se bajaba del auto como reclamando lo que alguien le debía, no han pasado ni veinticuatro horas desde que conocimos que a George lo habían descalificado y el triunfo en Spa-Francorchamps era suyo, que se ha tornado en el insoportable ser de luz que ya prevé una prometedora segunda parte de esta temporada, de la que formará parte, of course!
En los primeros tiempos de Nürbu le conocíamos aquí como «el llavero», un piloto que permite lucirse entre los contertulios, del que siempre puedes hablar excelencias, si olvidas tres o cuatro cosillas, claro; un tipo al que puedes alabar en público para no desentonar, pero, a la postre, sigue siendo el mismo individuo, dentro y fuera de la pista, que dejó tirado a Adrian Sutil en el caso Lux.
Os leo.
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