martes, 16 de julio de 2024

Bernie en la Guerra Fría


Creo que no he hablado aún de Lucky!, la serie documental dedicada al Gran Maestro Titiritero, a nuestra Bruja de Blancanieves, pero tranquilos, hoy tampoco voy a hacerlo aunque sí os voy a recomendar verla primero y luego deleitaros con la magnífica entrevista que hicieron Estefanía y Edgardo a su guionista y director [Ep. 38 - Chef Manish Pandey, Director de Lucky!]...

El caso es que llegamos a Hungaro y Bernie vuelve a surgir con ímpetu porque, se dice, tuvo muy buen ojo apostando por un país comunista para integrarlo en el circuito de carreras del Campeonato Mundial de 1986, cosa que, a mi modo de ver, admite algo de contexto.

1986 era todavía Guerra Fría —aún no había caído el Muro de Berlín ni lo había seguido el desmoronamiento de la Unión Soviética—, y también la época del triunvirato neoliberal compuesto por Ronald Reagan, Margaret Thatcher y el Papa Wojtyla, Juan Pablo II. 

Bueno, si tiráis de hemeroteca comprobaréis fácilmente que Occidente buscaba entonces relanzar el diálogo con el Este, eufemismo que ocultaba que la cosa consistía en erosionar el cinturón de países con los que protegía sus fronteras Moscú. La República Popular de Hungría formaba parte de este grupo de naciones cautivas del Kremlin en Europa, pero su ansia de aperturismo comercial lo habían convertido en un caramelo. 

El caso es que, aprovechando el delicado estado de salud del Secretario General del PCUS Yuri Andrópov y su ausencia de la vida pública desde el verano del 83, Thatcher volaba a Budapest en visita oficial en febrero de 1984, para reunirse con el Primer Ministro János Kádár en un acto que no parecía muy relevante, o eso dijeron los medios.

Hungaroring comienza a construirse en octubre de 1985, lo que nos pone en que, entre que hubo un proyecto de emplazamiento inicial que no pudo ser concretado para, finalmente, optar por el de Mogyoród, y que se arroga también que fue necesario hacer pasillos, despachos, burocracia y papeleo, y las valoraciones técnicas del terreno y diseñar el trazado, etcétera, etcétera, Bernie tuvo que meterse en faena a finales del 84 como muy tarde...

No sé vosotros, pero yo, con estos mimbres, y obviamente si pudiera hacerle un documental, preguntaría a Bernie si fue Maggie quien lo invitó a un whisky en el 10 de Downing Street o fue él quien se hizo el encontradizo con ocasión de regalar a la Dama de Hierro una botella de Glenmorangie Truffle Oak Reserve. En aquella época, para entrar en Hungría al nivel que lo hizo Ecclestone hacían falta padrinos. ¿Además del Foreign Office intervino el MI6?

Os leo.

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