martes, 23 de julio de 2024

En la sala de prensa


Sabido es que no hay pie bueno si te ha pisado antes un callo, y el caso es que, con el pérfido tratamiento que está dando a Checo la prensa anglosajona y aquella otra que le va a cola pues piensa que la primera es poco menos la Biblia del motorsport, están surgiendo voces que solicitan un poquito de mesura.

Parece ser que se ha olvidado la que le montaron al mexicano en 2013 hasta apartarlo del equipo, cuando cohabitó con Jenson Button en McLaren, y lo más preocupante, al menos para mí: la que fueron capaces de liar en 2007 con el Spygate, o en 2009, cuando se destapó el Singapurgate del que algunos plumillas ya sabían desde septiembre del año anterior, recién acabada la carrera, aunque prefirieron callar por el bien del deporte. 

Los medios británicos son para cogerlos con pinzas, sobre todo cuando hacen presa en los pilotos que no consideran de casa, de la suya, se entiende.

Puesto que no son xenófobos ni racistas (sic) debemos buscar la razón de su comportamiento en otro sitio, aunque resulta complicado porque siempre apuntan al mismo modelo de conductor, preferiblemente latino y peninsular europeo, de manera que Tiago Monteiro no supo dar la talla, Pastor Maldonado venía forrado de billetes de Chávez, Juan Pablo Montoya nunca se tomó en serio su estado de forma, Esteban Gutiérrez ¡nah!, de Fernando Alonso mejor no hablamos, y de Carlos Sáinz tampoco porque para bueno Il Predestinato...

Max Verstappen no es latino ni español ni portugués, aunque, por razones obvias, se ha convertido en su diana preferida desde 2021, pero admitamos al menos que a Pérez ya le venían buscando las vueltas desde su etapa en Force India, que la cosa se ha recrudecido desde que aterrizó en Milton Keynes, y puesto que el de Guadalajara es nuestro protagonista, cabe decir que sí, que con él se están pasando tres pueblos y advertir también que no pararán hasta verlo fuera de Red Bull.

Todo esto tendría algún tipo de sentido si no fuera porque muchos que se quejan en la actualidad del trato periodístico que recibe su compatriota —fruto de una auténtica operación de acoso y derribo, en esto coincido plenamente con ellos—, jaleaban, creo que lo siguen haciendo, cuanto despropósito salía de Inglaterra para pisar callos ajenos. ¿Qué esperabais?, ¿una disculpa, un cambio de tono, la firma de una tregua...?

Os leo.

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