No hay nada más saludable que pecar cuando el cuerpo lo pide, y hoy me ha tocado satisfacer el alma, el espíritu y la carne, picoteando aquí y allá en las 6 Horas de Sao Paulo del WEC.
Sé perfectamente que no os voy a descubrir nada. La Fórmula 1 acumula más números en audiencia mundial, tiene un valor añadido que te defecas de gusto, pero, ¡joder!, qué subidón más rico proporciona meterse entre pecho y espalda un espectáculo nutrido de rivales y alternativas, con competencia real tanto en Hypercar como en LMGT3, que incluso cantao vueltas antes del banderazo final te mantiene ahí, como hipnotizado frente al televisor, hasta que concluye la prueba y despiertas...
No entiendo mucho de todo esto —sería boss de Haas si lo entendiera—, pero que me expliquen cómo es posible que teniéndolo todo para ser el pináculo del motorsport, como cacarean tanto en el paddock, una prueba de 6 horas en Brasil puede dejarnos tan y tan pequeños, que mejor ni establecemos comparaciones por no morir de puritita vergüenza.
Hala, a dormir... Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario