lunes, 29 de julio de 2024

IndyCar vs. Fórmula 1 [Minus one]


Acabada la primera parte de este extenso campeonato nos quedan por delante unas golosas semanas hasta el reinicio que habrá que rellenar con algo, y qué mejor, me digo, que proporcionando claves para que pateemos el culo de los integrantes de la chavalería ligera que claman porque la Fórmula 1 se parezca a la IndyCar, aunque, gracias al Altísimo, hay que reconocer que nos ahorran el sonrojo de solicitar que el rugby se parezca al fútbol americano, pues entienden, imagino, que un formato no contradice al otro, ni lo excluye, de manera que puedes disfrutar con el Seis Naciones y la NFL sin cortocircuitar.

Quien habla del campeonato de pelota ovalada por antonomasia se refiere también a la División de Honor española de Rugby o a los chicos del Kakarraldo Rugby Taldea y las chavalas del Antzarrak Taldea de Plentzia, aquí cerquita de Gorliz, a veinte minutos caminando rápido...

En fin, partiendo de la base de que, por mucho empeño que mostremos, la IndyCar y la F1 tienen pocos parecidos, quiero comenzar neutralizando la quejita flanderiana que afirma que hay poco seguimiento de la primera en España por no sé qué de Lobato y Alonso.

A ver cómo lo digo sin lastimar a nadie.

Desde el plano narrativo, literario o periodístico, o como prefiráis, si el relato de los temas formulísticos suele dejar bastante que desear, el de la disciplina norteamericana que se hace o llega a nuestro país es un auténtico coñazo y aburre a un rebaño de ovejas —incluso mis contribuciones no dan para más—, de forma que, en este estrecho margen, vamos listos si pretendemos ensalzar a Álex Palou o hacer atractiva la IndyCar a base de crónicas que relatan lo mismo que se ha podido ver durante la carrera, que se puede disfrutar en Youtube a toro pasado, en highlights o versión completa, y donde el único puntito diferenciador lo pone el lucimiento del narrador mostrando en público lo mucho que sabe o lo bien que maneja las estadísticas y el anecdotario.

Por increíble que parezca yo también sé lo que es alargar un texto para terminar cobrando algún eurillo más por entrega, pero, en sentido estricto, el discurso que se hace sobre IndyCar en España fue superado hace al menos un par de décadas por el que se realiza actualmente sobre la Fórmula 1, donde la parte opinativa tiene más cuota porque hay más datos sobre la FIA, Liberty o los entresijos del paddock, y ya no estamos hablando de qué espectáculo tiene más tirón, sino de otra cosa.

No existe síntesis ni opinión, sólo hay relato hilado y descripción, y, lamento decirlo: esto supone insistir en un modelo caduco, así que no es culpa de Palou ni de Lobato o Alonso; es una consecuencia, lógica por otra parte, de un estado de cosas que merecería al menos un poquito de reflexión.

Termino. La IndyCar resulta aparentemente más atractiva porque, ante el aficionado, se antoja un mundo de carreras en el que nadie interfiere, desde luego muy diferente a la Fórmula 1, siempre contaminada por factores ajenos y manos negras. Obviamente, resulta sencillo pensar que existe una especie de descompensación mágica que inclina la balanza hacia el lado menos favorecido y puro (por puro, más bien), cosa que lleva a los menos ilustrados a imaginar que los males que aquejan a la F1 se resolverían si se pareciera a la IndyCar, cuando de aquello, en términos relativos y absolutos, apenas conocemos una caca: la punta del iceberg, la parte más vistosa.

Os leo.

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