jueves, 25 de julio de 2024

¿Nos conocemos?


Hace años, 2011, 2012, yo qué sé cuándo, escribí algo al respecto de lo complicado que resultaba convertir en un truño soporífero una carrera en Spa-Francorchamps —en aquel instante se había conseguido—. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y volvemos a un santuario tan devaluado por Liberty Media que ni los ecologistas se molestan en estropear la ceremonia del podio, cosa que debería hacernos pensar.

No sé si lo comenté, pero a finales de 2023 me juré volver a leer hasta hartarme, como hacía antes, principalmente como cura de humildad ante fenómenos de la literatura y, de manera secundaria, para sondear dónde me colocaría si tuviera que reseñar cualquiera de mis trabajos. 

La cosa va bien. Entre primeros de junio y esta fecha me he metido entre pecho y espalda unos nueve libros, tres de ellos chiquititos de volumen, aunque poco importa cuando te sumerges en una obra y el tiempo y el espacio dejan de tener sentido, salvo que el autor te esté dedicando un manual para lavadoras, que haberlos haylos, la madre que los parió.

Leyendo percibo cosas, que es a lo que voy con toda esta historieta, como, por ejemplo, que el deporte del automovilismo y sus héroes tenían cabida en las antiguas tramas narrativas en prosa, incluso en las composiciones musicales —Arriva Tazio de Trio Lescano, Fangio de Alberto Castillo, Niki Lauda de Los Petersellers, Keke Rosberg de Siniestro Total, Faster de George Harrison, Supreme de Robbie Williams y un amplísimo etcétera—, pero hace edades que no se conjuga con la cultura, salvo, acaso, cuando un intelectual decide lanzar un dardo envenenado a un tipo ante el que se tendría que arrodillar [Estimado Xoan Tallón].

También esto debería hacernos pensar, pero huelga decir que no espero ningún milagro.

Volvemos a Spa (Francorchamps), aunque el sentido del espectáculo de la propietaria de los derechos de explotación, por increíble que parezca, hace que, frente a uno de los vestigios más imponentes de nuestra Historia con mayúsculas, sólo quepa preguntarse si el trazado y nosotros nos conocemos de algo.

Os leo.

1 comentario:

Cao Wen Toh dijo...

De Juan Tallón me gustó mucho su "Obra Maestra", que parece un documental o, como se dice ahora, un 'non-fiction', pero es, salvo la anécdota, pura ficción. Así son los periodistas: inventan la realidad a su gusto o al de sus cabeceras. Y, sin embargo, los periodistas, que me parecen todos unos carroñeros, no son para mí las peores personas del mundo. Por encima de ellos en esa lista están los abogados, los publicistas y, arriba de todo, los sociólogos.