Ferrari de nuevo

Preciosa manifestación de competición en estado puro la que hemos disfrutado desde que, en La Sarthe, Zinedine Zidane ondeaba la tricolor a las 16:00 horas de ayer sábado.

Este año ni he tomado apuntes ni he memorizado nada. He asistido a las 24 Horas de oyente, que decíamos antes, lo que no me evitó quedarme hasta las tantas esta madrugada y, esta mañana, nada más levantarme, conectarme a la carrera prácticamente en gayumbos, mientras me preparaba el café bien cargado y sostenía la pipa humeante entre mis dientes...

¿Habría resultado mejor de otra manera? Seguramente no. Cada edición supone un aparte y esta vez estaba decidido que me lo iba a tomar con bastante parsimonia [No calentéis mi cena], y como, a fin y a cuentas, me lo he pasado como un crío en la mañana de Reyes, me doy por bien pagado, sobre todo considerando que ha vuelto a vencer Ferrari, en esta ocasión con Antonio Fuoco, Miguel Molina y Nicklas Nielsen dentro del 499P dorsal número 50.

Nueve coches acabando en la misma vuelta dice mucho de lo reñida y abierta que ha sido la prueba, y la cosa ha quedado fabulosa en términos absolutos y relativos más allá de las quejitas flanderianas que han llenado la boca de los que acostumbran a poner pegas a otros, un tal Alonso, por ejemplo, pero toleran mal que se las insinúen a la rossa. 

Tengo prohibido recordar a Maese, lo sabéis, pero esta tarde he pecado; incluso durante un instante he llegado a pensar que era el único que relacionaba la victoria de Molina con el bueno de Carlos, pero no, hemos sido muchos los que hemos levantado la vista al cielo para brindar con él.

Os leo.