Si llamamos crisis a gestionar la renta de haber ganado siete de los diez Grandes Premios disputados, así como las Sprint de China y Miami, pues sí, se puede comprar como animal de compañía que Red Bull y Verstappen atraviesan una crisis estas últimas carreras, aunque viendo a Max en Montmeló, el citado brete parece el Guadiana, que ahora sí y luego no, y más tarde sí de nuevo hasta que desagua en Ayamonte.
Los sectores 1 y 3 eran claramente para el RB20, el 2 se atragantaba un poco, pero, en líneas generales, la ventaja obtenida en el 65% de la vuelta compensaba la ligera pérdida en el 35 restante, que luego pasó el tricampeón por boxes y los chicos de Milton Keynes nos dejaron a todos boquiabiertos con una parada estratosférica que no llegó ni a los 2 segundos...
Yo, desde luego, en mi próxima crisis creativa me pido que sea como ésta que está viviendo la austriaca: saludable, limpia, con horizonte diáfano, ya me entendéis.
A ver lo que da de sí la semana y puedo escribir algo sobre los perjudicados George y Carlos, y sobre Lando, todavía verde para para mi gusto, a la hora de enfrentarse a que sólo se remata bien cuando uno se lo ha creído. Acomplejado en la salida, el británico se dejó robar la cartera por un piloto que, atravesando su equipo una crisis y todo, se valida y revalida creyendo que puede hacerlo bajo cualquier condición.
Manos, pericia y confianza en su escudería, la marca que distingue a los verdaderamente grandes y ahora destaca en la frente de Max Emilian Verstappen.
Os leo.
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