miércoles, 9 de febrero de 2022

La La Land

Era de los que pensaba que Hamilton —de seguir, evidentemente—, iba a anunciar su continuación en Bahrein, en plan «¡soy heptacampeón del Mundo, no limpio pescado!», pero no contaba con que el británico iba a mover previamente su imagen en redes sociales sin amenazar con subirnos las cuotas...

El retorno de Michael Schumacher a la competición en 2010 fue infinitamente más natural, pero a Lewis no le podemos pedir naturalidad. En realidad no le podemos pedir gran cosa, ni siquiera que se molestase, en estos dos meses que han pasado desde la finalización del Gran Premio de Abu Dhabi, en explicarnos personalmente por qué pensó que la prueba en Yas Marina estuvo manipulada.

Hemos escuchado a su hermano Nicholas, hemos sabido por boca de Bernie que don Anthony prefería no hablar; hemos oído poquito a Toto Wolff, a Susie, etcétera, y la armada británica nos ha pasado las orejas por la plancha antes y después del tercer gin tonic, pero a él no le hemos visto abrir la boca ni mojarse. Como el aldeano que tiró la piedra y ocultó la mano, ha preferido (una vez más) que el agua salpique a los demás.

Resulta complicado asimilar cómo el personaje que se ha creado Lewis con el transcurso del tiempo, sigue replicando el mismo comportamiento e idénticas maneras que aquél que llevó a Adrian Sutil a acusarlo de «mierda» en 2012 [Hamilton is a coward and not a real man, blasts Sutil after Brit fails to testify in court case] —el de Stevenage había sido testigo de la liada entre Adrian y Éric Lux (Renault); podía haber salvado el pellejo del alemán ante el tribunal, pero después de prometer que testificaría a favor de su compañero de parrilla prefirió no presentarse a declarar...

Michael Masi en la picota y nuestro Antonio Recio haciendo posturitas para el selfie correspondiente...

Una FIA muy debilitada por el cambio de presidencia, Domenicali anunciando que se han acabado las reclamaciones de sesgo social en los prolegómenos de los Grandes Premios, no vayan a ofender a quienes serán los nuevos propietarios del negocio, y Lewis a su bola. Y aquí tenemos al hombre que ha sido más perjudicado por la Federación, con permiso de Ayrton Senna, volviendo de su forzado exilio —ríete tú, Puigdemont— como si no hubiera pasado nada, porque en realidad no ha sucedido nada: sus entregaditos lo adoran como si Fangio fuese una de esas mellas en el parabrisas que te arregla Carglass en un pispás.

Vuelve y ni siquiera es Navidad. El piloto que camina sobre las aguas, vuelve, pena que entre él y la autenticidad del automovilismo británico medie un tal James Hunt, un individuo que sintetizó nuestra disciplina en una frase proverbial: «Sex breakfast of Champions F1», y, a la hora de la verdad, asó a hostias a un periodista que se pasó con Niki Lauda, escena de la película Rush que justifica toda la cinta y tiene raíz cierta.

Hunt era el antagonista de Lauda aquel año. Enemigo natural del austriaco en ese 1976 que no recuerda nadie, supo, pudo y quiso marcar las diferencias. La patria de los pilotos es la F1, y ahí te muestras como alguien que da la cara o no dejarás de ser un mindundis así lleves a la espalda siete campeonatos. Michael Schumacher se sabía la lección, y, honestamente lo digo, Hamilton no llega al de Kerpen ni a la suela de los zapatos, porque de tanto luchar contra la FIA en redes ha olvidado que hay vida más allá de los selfies que sube a Instagram, y que el pobre Enrique Pastor no es quién para comerse sus marrones.

Os leo.

2 comentarios:

Flechie dijo...

Viendo el despliegue militar de la canallesca inglesa , con Brundle , Hill y compañía (y de muchos medios de otros lares) echando mierda sobre el título de Verstappen , uno se pregunta qué clase de intereses económicos y de todo tipo se mueven detrás de Luisito , para no consentir que se le escape siquiera un mundial , después de todos los que se han llevado......
Le leo maestro

Anónimo dijo...

Q pereza me da hablar de este elemento. Para ser heptacampeón es q no ofrece el más mínimo interés.


King Crimson