sábado, 5 de febrero de 2022

Cuestión de clases

Ya hemos interiorizado el relato y asimilado el mensaje, y me pregunto: ¿a santo de qué perpetuar un minuto más la master class de periodismo basura que nos están ofreciendo desde el Reino Unido?

Tengo claro de qué va la anglofilia desde que aprendí a cantar «Un inglés vino a Bilbao por ver la ría y el mar, y al ver a las bilbainitas ya no se quiso marchar...», versión bizarra del señorito que visita sus dominios y queda prendado de la lozanía, virtudes y belleza, de una lugareña que no le llega ni a la suela de los zapatos en estatus, pero que, gracias a él, alcanzará a elevarse sobre el resto de sus iguales.

Cenicienta rebosa la misma esencia de clasismo que los chalets de Neguri, la información isleña o la canción popular que acabo de sintetizar en el párrafo anterior. Gracias a Dios, fueron los mineros británicos que arañaban las entrañas de la tierra, sudando lo que no está escrito junto a sus homónimos vascos en los territorios ferrosos de Gallarta y La Arboleda, quienes nos regalaron el grito de guerra de todo buen seguidor del Athletic: ¡Alirón!, del anglosajón All Iron! con el que se festejaba, dando patadas al balón, el descubrimiento de una veta de hierro que aseguraba el jornal durante algunas semanas o meses.

El proletariado siempre se ha mostrado más generoso que los señoritingos, pero en la escala social surgió la figura del piojo resucitado, un currante que pretendía parecerse a su amo haciéndole felaciones y complicando la vida a sus congéneres, al estilo de los integrantes de los Judenrat en los campos de exterminio nazis. Escribí algo al respecto después de Abu Dhabi, pero el calentón me duró apenas unas horas...

Vamos consumiendo febrero y los imbéciles que se creen algo porque el paddock los acoge bajo su manto protector, insisten en ser correa de transmisión del ideario del patrón y propagan su fe como si no hubiese mañana, soñando, tal vez, con que alguien, arriba, les dé palmaditas en el lomo y alguna galleta en premio a su buen comportamiento.

Hay cosas que no se pueden cambiar y esta dinámica es una de ellas.

Hamilton se ha comportado como un perfecto imbécil, pero la prensa dócil nos ha contado otra película en la que el británico es víctima de los acontecimientos.

Decía al inicio de este texto que lo hemos asimilado y lo damos por verdad absoluta. El GOAT camina sobre las aguas y eso resulta indiscutible, pero ¡por Dios!, ¡que nos dejen vivir sin ser reos de tanto coñazo!

Los ingleses carecen de cultura culinaria porque su cocina es sencillamente aborrecible, aunque, a cambio, disponen de los mejores críticos gastronómicos, o eso dicen la BBC y The Times, y pienso que a lo mejor les pasa lo mismo con la Fórmula 1: creen que la disciplina es suya, aunque a la hora de la verdad no saben salir del fish & chips y caen en la trampa de la ramplonería ad nauseam porque un inglés vino a Bilbao y se enamoró de una bilbainita y tal. Por eso y porque los anglofilos F1 de postín siguen riéndoles las gracias con tal de parecerse en algo al patrón, y por ver si en un descuido se les pega algo de su magnetismo y carisma.

Cuestión de clases. Os leo.

1 comentario:

Flechie dijo...

Lo que está haciendo la canallesca inglesa con el "robo" a Luisito es aún más impresentable que el anuncio navideño de la sky f1 . En fin , tomándoselo con humor , da gusto verlos rabiar después de la tomadura de pelo que estamos viviendo desde 2014 .
Y el de abu dhabi fue el mejor final posible , birlarle "su" mundial y el octavo título a su majestad en la última vuelta y por culpa de un porrazo de una de las escuderías del Wolffo , no tiene precio . A la altura del legendario sanganchao .
Y lo que debe haberse reido Fernando .
Le leo maestro.....