jueves, 20 de enero de 2022

No hay nada personal

Sabido es que nunca llueve a gusto de todos, que la fiesta va por barrios y aquello de que la vida la vemos segun sea el color del cristal con que la miramos, axiomas (todos ellos) sobre los que pivota nuestra pobre existencia...

En vez de «pobre» iba a poner «paupérrima» pero tampoco quiero pecar de dramático. En fin, de unos días a esta parte ha surgido la especie que alude a que el reglamento 2022 se ha parido con el fin de parar los pies a Mercedes AMG, y, siendo cierto aunque aún no sabemos su calado, si acertará en su propósito o no, y aceptando que hay quien considera que ocho años de abrumadora monocromía son pocos, me parece que viene de perlas recordar que la Fórmula 1 es un formato de competición regulada y que es la FIA la que marca las reglas de cada periodo.

No hay dos F1 iguales y de ahí que hacer comparaciones con etapas pretéritas sea un ejercicio bastante inútil. No existen dos Fórmula 1 idénticas, precisamente porque la Federación decide cómo y cuándo cambia la normativa técnica y deportiva. Es su atribución y dan ganas de resaltar lo de «punto pelota» o lo de «lo tomas o lo dejas, como las lentejas», pero como este texto se me quedaría excesivamente corto, prefiero ampliarlo comentando que desde hace muchos años la FIA consensúa las modificaciones con los equipos, es decir: a lo mejor son la escuderías (y Liberty) las que están hasta los cataplines de las hazañas incontestables de Brackley.

A Michael Schumacher lo empujaron en 2006 a que se fuera porque su dominio en pista empezaba a ser lesivo para el espectáculo, y Wolff y Hamilton, y Källenius, que no llegan a la suela de los zapatos ni a aquella Ferrari ni a aquel Kaiser, deberían aceptar los primeros que no hay vergel que cien años dure y que su tiempo a lo peor ha concluido.

A sus hooligans no les digo nada. Están en su derecho de demostrar, día sí y día también, que no entienden ni papa de este deporte ni de sus ciclos. Allá ellos, obviamente, pero sí les solicitaría (por favor) que dejen de hacer el ridículo en público. 

La FIA determina cuándo se acaba una fiesta y comienza otra, porque para eso está: para barajar las cartas y el show siga vivo. ¿Lo conseguirá?, ¿errará de nuevo...? Yo preferiría que acertase de pleno, no por Mercedes AMG y su superastro, sino, más bien, porque el olor a cerrado ya nos viene advirtiendo desde hace un par de temporadas, como poco, que conviene abrir las ventanas y sacudir las alfombras. Que entre aire fresco, y cuanto antes mejor...

Os leo.

1 comentario:

Erathor dijo...

Me conformaría con que, por una vez, se haga un reglamento para igualar la parrilla y la competitividad.

Llevamos 40 años con reglamentos que favorecen al mejor postor. Si, tristemente esa así.

¿Como es posible que siempre haya un equipo que saca un segundo al resto.

¿Siempre es sólo uno el que lo hace bien?