Nos acercamos al momento tan esperado de ver por fin los primeros F1 de la era Liberty sobre las pistas del Mundial tras un año de retraso con respecto a los planes previstos —inicialmente debían haberse estrenado esta temporada, pero se cruzaron el coronavirus y los problemas económicos ocasionados por la incertidumbre vivida en 2020—, y mientras los medios especialistas van respondiendo a las inquietudes de los aficionados y Jero aclara conceptos [dentro enlace], también hay espacio para que se instalen peligrosos reduccionismos como que la Fórmula 1 sigue los pasos de la IndyCar.
A ver, como síntesis está bien y en cierto modo hasta tiene su puntito de razón. Nuestra disciplina busca reducir costos y, en este aspecto, el camino seguido por los norteamericanos desde hace décadas se ha demostrado válido y competente, pero hay muchos matices que conviene tener en cuenta para comprender que ambos modelos de planteamiento no son tan similares como parece a primera vista, y lo más importante para mí, que nuestra actividad no ha bajado la guardia en cuanto a seguir siendo vanguardia en creatividad, diseño y tecnología.
Esto que acabo de decir también es sintético de narices, lo admito, pero creo que nos vale como punto de partida, ya que en Fórmula 1 el modelo estándar que ha definido la normativa 2022, lo mismo nos puede dar un vehículo totalmente parecido al presentado por Liberty Media y la FIA en el pasado Gran Premio de Gran Bretaña que nos puede ofrecer alguna sorpresa, ya que la interpretación del concepto base queda al albur de cada escudería, cosa que no sucede en IndyCar.
Es importante entender que cada equipo traducirá la normativa según sus intereses y expectativas porque ésta lo permite, dentro de unos márgenes, evidentemente. Así las cosas, los F1 no van a ser como los IndyCar Series porque mientras que al otro lado del charco juegan con piezas de Lego, por poner un ejemplo sencillo y a mano, en Fórmula 1 las piezas las define cada departamento de diseño dentro del marco reglamentario.
Os leo.
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