La Fórmula 1 necesita bastante más que una ampliación de la clasificación (Q4), reflexionar urgente y seriamente sobre dónde esta metiendo la pata hasta el zancarrón, por no decir lisa y llanamente: dónde se está cavando su tumba.
Mal que queramos, la filosofía de nuestro deporte es profundamente amarrategi y esto hace que lo sea también la fase más espectacular del fin de semana, ésa donde se dice que los pilotos van al límite y consiguen llevar sus máquinas al límite y más alla, pero que al final se queda donde se queda porque luego viene todo lo demás: dependencia de penalizaciones en parrilla por cambio de componentes, subordinación a la estrategia de carrera en cuanto a gomas se refiere, por no hablar de que los sábados siguen vigentes todas las moñeces que facultan que las pruebas suelan resultar un puñetero truño.
Modificando cualquiera de estos marcos nuestro actual modelo de clasificación cambiaría radicalmente y si tocarlo. Si hubiera neumáticos de clasificación que no se usasen los domingos, por ejemplo, el espectáculo brillaría más que ahora ya que los pilotos irían a tope y se podrían concentrar en extraer el máximo de sus monoplazas sin depender de cuántos juegos de ruedas habrá que usar al día siguiente. Otro ejemplo, si se permitiese un aumento del caudal de combustible, o de las revoluciones en el ICE, o una mayor cantidad de energía disponible por vuelta, sucedería tres cuartos de lo mismo...
Sería el summum si a todo esto sumamos que las penalizaciones por cambios de componentes en la unidad de potencia pasasen a sangrar los bolsillos de las escuderías en vez de a mandar a los conductores donde Brian perdió su sandalia... pero no va a pasar porque, como decía al comienzo, el problema real está en la concepción amarrategi de nuestro deporte, razón por la cuál, Liberty, incorporando una Q4, pretende dar más espacio a la fase menos previsible de los Grandes Premios.
No queda tan lejos, pero en 2016 ya se intentó una solución de este tipo que acabó como el Rosario de la Aurora [Haryanto en la pole (24-02-2016)], y terminó así porque los problemas estructurales seguían estando en el mismo sitio.
Por fortuna aquello duró muy poco, pero creo que merecería la pena reflexionar sobre por qué no cuajó, salvo que la idea de la norteamericana consista exclusivamente en abrir un tercer espacio para publicidad con el que ayudar a que las televisiones, las operadoras y los promotores, saneen más rápidamente sus cuentas y aguanten así hasta 2021. No lo descarto. En todo caso, me da que aunque pongamos una Q5 los sábados, tal y como está el patio, o se cambia de filosofía o la clasificación seguirá siendo la entesala del tedio.
Por fortuna aquello duró muy poco, pero creo que merecería la pena reflexionar sobre por qué no cuajó, salvo que la idea de la norteamericana consista exclusivamente en abrir un tercer espacio para publicidad con el que ayudar a que las televisiones, las operadoras y los promotores, saneen más rápidamente sus cuentas y aguanten así hasta 2021. No lo descarto. En todo caso, me da que aunque pongamos una Q5 los sábados, tal y como está el patio, o se cambia de filosofía o la clasificación seguirá siendo la entesala del tedio.
Os leo.
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