No hay dos sin tres. El hombre que no perdía el sueño pensando en la pareja de pilotos para el año que viene también se queja de la Fórmula 1 actual.
Vettel lo hacía sobre la norma de bandera roja, Alonso se lamentaba de la baja calidad de algunos componentes de la parrilla y Steiner de las restricciones del consumo de combustible... Todo ello en Austin, sin apenas tiempo para nada porque ya arrancaba el autobús que nos lleva a México esta misma semana.
Y si en el caso de los pilotos encuentro un puntito de razón ya que la fiesta va por barrios y lo normal es fruncir el ceño cuando la orquestina no toca lo que te gusta o los globos no son de colorines sino negros, en el del bueno de Gunther la cosa suena a Jesulín de Ubrique cuando cantaba aquello de Toa, toa, toa... te necesito toa, porque los chavales que no le quitan el sueño son un poquito de originar pesadillas y cuando no fallan ellos lo estropea Haas, total, que las nobles aspiraciones de puntuar en el COTA se fueron de nuevo a tomar por el saco.
Entiendo que duela especialmente: corres en casa, sacas pecho por correr en casa, aspiras a conseguir réditos en casa, y te encuentras con que alguien ha cambiado la llave de la puerta.
Pero como venimos de la cagada de Monza —como quien dice: anteayer—, donde la FIA descalificó a Romain Grosjean porque el VF-18 no había resuelto satisfactoriamente sus irregularidades en el fondo plano, y la Fórmula 1 no es toa, toa, toa de Haas, como le gustaría a Steiner, a Kevin Magnussen también le descalifican por consumir más de lo permitido en la carrera en Austin, algo que en sentido estricto correspondía controlar al muro de la norteamericana, que para eso nuestro deporte gasta lo que no está escrito en tecnología y sensores y mapas de ahorro y tal.
Y bueno, como el mundo no es perfecto y Romain hizo nones a las primeras de cambio, Haas no saca nada de la visita a su casa y Steiner se lamenta, como Jesulín, porque también tiene el corazón partío.
Os leo.
Y bueno, como el mundo no es perfecto y Romain hizo nones a las primeras de cambio, Haas no saca nada de la visita a su casa y Steiner se lamenta, como Jesulín, porque también tiene el corazón partío.
Os leo.
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