martes, 6 de octubre de 2015

Excusas para una mala vida


Os he dicho más de una vez que me divierte esto de disfrutar de la Fórmula 1 más en «versión despacho» que sufriéndola en la pista, y al parecer no soy el único por mucho que los Billy Elliot anden lagrimeando por los descampados a cuenta de lo que nos estamos perdiendo y jamás recuperaremos.

Lamento decirlo, pero no nos estamos perdiendo nada. Cuando un espectáculo hace más caso a lo que ocurre fuera de los circuitos que dentro de ellos, es porque el mejor número se desarrolla fuera de la pista principal. 

Cuando del primero al último mono del paddock se queja del actual estado de cosas, cuando estamos con Lotus con un pie fuera del Circo, con Renault tensando la cuerda o con la austriaca amenazando a la policía que como no le den lo que exige y le aseguren la ruta de huída, descerraja dos tiros en las sienes de sus retoños. Cuando Force India y Sauber empitonan a Bernie ante las autoridades europeas por aquello de que no hay competencia donde debería haberla, los desenfocados son los que mantienen el foco en los tiempos de Senna o en los de Schumacher.

Comprendo que flaquee el asunto del hype y se ligue menos que de costumbre, ya que el reglamento estrenado el año pasado ha resultado poco menos que una caca.

Sinceramente, soy el primero que entiende que, se mire como se mire, todo esto no da mi para un miserable video en Youtube —¡a ver quién tiene bemoles de poner música de Two Steps From Hell a eso de que Dietrich Mateschitz no coge el teléfono a la bruja de Blancanieves, para editarlo luego a cámara lenta!—.

Pero no desesperéis, fierecillas, vendrán tiempos mejores, siempre vienen. 

Esto ha sido así desde tiempos inmemoriales, ¿recordáis? Y además, qué coño, la culpa la tienen los que pudiendo hablar de que Lewis Hamilton está a punto de emular a Ayrton en títulos, no paran de recordar que Alonso pronunció en Japón: «¡Es vergonzoso, parece que llevo un GP2!»

Hay muchas cosas de las que charlar pero da pereza abordarlas porque la vorágine de acontecimientos ajenos a lo que sucede sobre el asfalto, nos lleva y nos lleva, y nos lleva a territorios inexplorados donde resulta más cómodo pernoctar al amparo del frío, aunque se aventure crudo lo de levantarse mañana sin saber cómo afirmaremos que tal o cual piloto, además de vencer, convenció.

Confieso que me he llevado una alegría. Ha dicho Bernie que la Fórmula 1 puede tener nuevo propietario, y me he encontrado con que el señalado podría interpretar un secundario en una película de Woody Allen. No sé, a lo mejor queda tiempo como para que como ocurriera en 2005 y 2006, un tipo cualquiera rompa el guión y nos devuelva a ese santuario que en otro tiempo y en otro lugar, llamábamos Fórmula 1.

Os leo.

2 comentarios:

GRING dijo...

Patrick Allen, director del circuito de Silverstone (nada menos) lo ha dicho muy clarito: "Hace meses le dije al señor Ecclestone que no podía vender entradas con el producto de mierda que tenemos". Por si alguno no se había enterado y todavía defiende que esta F1 es divertida o que "siempre ha sido así". Compara este bodrio con el espectáculo de MotoGP y señala algo que modestamente defiendo desde hace tiempo: La necesidad de eliminar la radio en la F1 y que las carreras sean entre pilotos con sus máquinas con una pizarra como único punto de contacto con el muro. La F1 debe ser más sencilla, utilizar sus medios limitados para el libre desarrollo y menos para tanto control al instante de todos los parámetros y sesudos estrategas de sillón y pantalla y todos los gastos suntuosos que alimenta el circo.
Saludos!

chema dijo...

Tampoco es que las 500 tengan mucho que ver con las MotoGP, ley de vida...