Uno está tan acostumbrado a ver gradas vacías o rellenas de publicidad, profesores, alumnos, de militares, de jeques, o de pérfidos alonsistas que tomarán las de Villadiego en cuanto el Nano flaquee un tanto así, que ha recibido una bofetada de alegría que casi le hace caer al suelo, al percibir cómo un público totalmente volcado con nuestro deporte, jaleaba a un chamaquito que luchaba con el cuchillo entre los dientes en calificación, por hacer nono en vez de décimo, como si estuviera a punto de conseguir la pole.
Basta pasarse por algunos foros internacionales para entrever que había mucho recelo con eso de que México fuese capaz de levantar un Gran Premio, su Gran Premio. Ya se sabe, lo que huele a latino o mediterráneo en Fórmula 1, siempre enarca una ceja en el careto de los numerosos censores que abundan para decirnos a los demás lo que está bien y lo que está mal, dónde hay que posar los ojos y dónde ni se te ocurra. Y lo malo no es lo que se lee entre líneas, sino que éstas suelen ser escritas por mentecatos y acomplejados hispanoamericanos o españoles, lo mismo da, que ven en en eso valorar lo suyo una especie de pecado original del que hay que abjurar lo antes posible, no vaya a ser que alguien les mire mal.
Queda lejos cuando Damon Hill tenía que ir escoltado por la policía porque los seguidores de Schumacher habían vertido sobre él amenazas de muerte, o cuando los mismos que más tarde se harían tifosi porque Michael vestía de rosso, amenazaron igualmente con quemar los bosques de Hochenheim si la FIA no retiraba las sanciones que pesaban sobre el de Kerpen. Pero está más cerca cuando Donnington no llegó a tiempo con su programa para formar parte del calendario y tuvo que ser suplido por un desterrado Silverstone, o cuando en este circuito no había quien entrase sin aguantar dos horas de atasco para llegar manchado de barro hasta las orejas...
Lo british mola y lo made in Germany también. Lo chusco y lo feo lo interpretamos nosotros, que según la Merkel nos pasamos la vida sesteando de putos vagos que somos.
Que alguien engrase con dinero sucio a la CDU alemana está bien. Que Volkswagen tangue a sus consumirores, también. Como resulta bueno que Gran Bretaña acumule más paraísos fiscales de los que aconsejaría el decoro, o mande a sus hooligans a tomar Europa, por no mencionar el cheque británico y alguna que otra mandanga —que si me voy, que si me quedo, pero vosotros con el Euro y nosotros con la Libra para lo bueno y lo malo. Para siempre, que lo que Dios ha unido no ha de ser separado por el hombre—.
Esteban, Sergio, Roberto, Pastor, Carlos y Fernando, hacen de malos en la película que nos pasan cada fin de semana de carrera. De pobres, de parias, de tipos que apenas merecen nada salvo que lleven un montón de billetes bajo el brazo.
Y a esta situación ayudan los numerosos imbéciles hijos de su madre, que no ven más allá de la punta de su nariz mientras señalan las miserias domésticas en los foros de postín, y que a estas horas están hablando de que las prisas latinas han dado lugar a que el Hermanos Rodríguez parezca una pista de patinaje, cuando cualquiera con dos dedos de frente haría caso a los pilotos e ingenieros, y al sentido común, por supuesto, para acertar a apuntar como responsable de la falta de agarre en el trazado mexicano a la elección conservadora de compuestos que ha hecho Pirelli.
Ni un pero por mi parte pero allá os jodáis, que diría aquél, el malhablado.
Un circuito, además de las dificultades e inteligencia inherentes a su diseño, tiene que ofrecer calor a los pilotos que discurren por la pista y a las gentes que habitan el paddock. En este sentido, sólo puedo dar las gracias al pueblo de México. Por haber logrado volver tras 23 años de ausencia, y por haber sido capaz de hacer magia latina o azteca, al conseguir trasladar al otro lado de los televisores y pantallas de ordenador, un calorcillo del bueno que ya se estaba echando de menos en esta Fórmula 1 que no hay quien compre.
Os leo.
Y a esta situación ayudan los numerosos imbéciles hijos de su madre, que no ven más allá de la punta de su nariz mientras señalan las miserias domésticas en los foros de postín, y que a estas horas están hablando de que las prisas latinas han dado lugar a que el Hermanos Rodríguez parezca una pista de patinaje, cuando cualquiera con dos dedos de frente haría caso a los pilotos e ingenieros, y al sentido común, por supuesto, para acertar a apuntar como responsable de la falta de agarre en el trazado mexicano a la elección conservadora de compuestos que ha hecho Pirelli.
Ni un pero por mi parte pero allá os jodáis, que diría aquél, el malhablado.
Un circuito, además de las dificultades e inteligencia inherentes a su diseño, tiene que ofrecer calor a los pilotos que discurren por la pista y a las gentes que habitan el paddock. En este sentido, sólo puedo dar las gracias al pueblo de México. Por haber logrado volver tras 23 años de ausencia, y por haber sido capaz de hacer magia latina o azteca, al conseguir trasladar al otro lado de los televisores y pantallas de ordenador, un calorcillo del bueno que ya se estaba echando de menos en esta Fórmula 1 que no hay quien compre.
Os leo.
2 comentarios:
El foro Sol y la pista discurriendo entre tribunas, se ven muy interesantes, y casi hacen olvidar la memorable peraltada.
Igual, quiero ver a los bólidos actuales en la primera vuelta todos amontonados en el sector tres... van a tener que respetarse mucho porque los muros están cerca.
Y si llueve, mamma mía!
Saludos desde el Coño Sur.
Gran entrada con cargas de profundidad. El circuito parece realmente excelente para el gusto de los que tenemos años. Una pena que esta wrestling F1 no lo haya permitido brillar. Que tengamos que esperar pista mojada para ver pilotos, ya manda huevos. Las gradas, como corresponden a quienes tienen pasión, espectaculares.
Saludos!
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