Sea dreamer

El orgasmo turriniano que comentaba en la entrada anterior, me ha recordado la estulticia que nos rodea y lo barato que se venden algunos a esas atmósferas celestes que envuelven los paquetes de calconzillos que la familia nos regala una Navidad sí y la siguiente también.

Le tengo ganas a Sebastian y ni lo he ocultado ni intención que tengo de hacerlo. Me había prometido apuntarle con la mira telescópica de mi rifle de letras en Silverstone, pero al paso que vamos me veo dándole tregua y vidilla extra porque Vettel lleva encima algo peor que una mala racha, como dicen por ahí.

El alemán disponía de dos carreras para sacar la cabeza y en Mónaco ha vuelto a acurrucarla entre los brazos. El chasis nuevo que estrenó en Montmeló le dio para hacer en Barcelona una remontada y quedar detrás de Daniel con el viejo y en la segunda intentona, el juguete le duró el domingo pasado tan solo un puñado de vueltas sirviéndole para ver desde el garaje a Ricciardo pisando podio de nuevo.

Ni maldición de Webber ni leches, a Seb le está ocurriendo algo bastante grave y maldigo la hora en que los que nos pedían a los demás autocrítica con nuestros fantasmas y deidades menores, no hayan movido ni un puto dedo por proteger al tetracampeón del mundo más allá de reírle las gracias. Seb anda descolocado cuando no está perdido y solo faltaría que aussie junior volviera a darle sopas con honda en el Gilles Villeneuve con idéntico cacharro bajo las posaderas, en supuesta igualdad de condiciones, que diríamos.

Manda huevos que esta sea la cuarta o quinta entrada en que defiendo al de Heppenheim en lo que llevamos de temporada, pero con tanto gallito como había en las anteriores, me escuece sobremanera lo solo que le están dejando a poco que han venido mal dadas, que uno espera que los enemigos estén a las duras y a las maduras, siquiera para encontrar a quien romper los riñones.

Vettel ha entrenado poco y ha mordido demasiado polvo. Daniel no es Mark y el sustituto del pupas viene apretando incluso con un cacharro supuestamente menor. Es lo que tiene jugar con fuego mientras te mulles entre algodones, que te acabas quemando por pura inercia. Ricciardo extraería petróleo de un F14-T porque está acostumbrado a conducir mierdas con ruedas y a bailar tangos monumentales con lebreles entrados en años que esperan turno en el burdel mientras hacen como que enseñan al rookie lo que el australiano lleva tiempo aprendido.

Y ahí es donde naufraga Seb porque no entiende lo que está sucediendo, porque ha olvidado andar sobre la alfombra roja, porque esta se ha vuelto fino papel de arroz que a la mínima delata que la huella que la ha roto no la ha dejado un monje shaolin sino un ser humano que no está en armonía consigo mismo.

¿Pero qué hacéis, gañanes! No le queríais tanto, no nos acusábais a los demás de abundar en los excesos con Fernando. Pues os informo de que ha llegado vuestro turno, chavales. Salid de la cueva y empezad a proteger a vuestro héroe como hemos hecho los demás con el nuestro. Pero admitid de una puta vez y antes, que Seb ha dependido más de su coche que de sus manos en estos cuatro años anteriores, que lo jodido es hacer segundo cuando el monoplaza no acompaña, que el Nano luchaba contra Newey como decía y que por mucho Toro Rosso que haya sobre la pista para que te cedan el paso, revalidar un campeonato solo es posible cuando tienes el viento soplándote la cola del vehículo, porque si no: nones.

Os juro que como no mováis ficha lo haré yo. A Vettel le falta confianza pero está visto que no saben dársela los vettelistas de pelo en pecho si el matarécords no enseña el dedo índice antes, así que al padre de la chiquilla cuyo nombre de momento es desconocido, lo acogeré personalmente entre mis brazos porque Seb es un piloto que no ha olvidado conducir aunque lo parezca, pero fundamentalmente porque la mayoría de sus seguidores actuales y a tenor del silencio que le rodea, son una puñetera banda de lilas que no han hecho otra cosa que tirar piedras a los lados mientras él hacía el grueso del trabajo en pista, incluso haciendo reverencias desde el suelo al coche que le había dado el cuarto, y el tercero, y el segundo, y el primero que le brindó Mark Webber con la palma de la mano abierta esperando una recompensa que jamás llegaría.

Soñador de mares. Anoushka al shitar, la hija de Ravi, Sting que entona Sea dreamer y yo que os señalo como cobardes por dejar que Seb y su Multi 21 sufran más de lo que el solomillo poco hecho puede soportar.