Ese momento en que el Coyote cree haber pillado al Correcaminos pero ve, con incredulidad animada, cómo la mecha prendida se pierde en el oído metálico cuando la boca del cañón ACME ha girado sobre sí 180º y le apunta a él... ¡Ese momento!
Ferrari lo tenía todo para haber disfrutado de 2024: Il Predestinato siendo envidiado por todos los aficionados de negro corazón; Lewis en el horizonte, calentando en la banda mientras espera a vestirse de rosso al finalizar este año; la prensa italiana ebria de sueños, contratando a Newey como si fuese el mismísimo Mago Merlín, urdiendo mil y una historias de y comerán perdices que rejuvenecerán a La Scuderia y la harán disfrutar de las mieles del triunfo rodeada de hojas de laurel... y llega Carlos y, en un par de buenas carreras, convierte la fiesta en un drama shakesperiano.
A Vasseur ya le miran con el rabillo del ojo muchos tifosi y algunos medios, y le preguntan ¿qué coño habéis hecho? con hiriente mala baba y altanero desparpajo, y la cosa sólo puede empeorar como Hamilton siga mostrando tan baja forma y Sáinz continué en racha, circunstancia que conocen de sobra el francés y su Jefe Supremo.
Cada sesión es un libro por escribir y quedaría verdaderamente chungo que se cortaran las alas del madrileño en la página cinco. De momento Fred se come el fogonazo y la bola de 36 libras, como el Coyote, pero si el abismo se sigue abriendo, las correspondientes andanadas llegarán al despacho de John Elkann y disfrutaremos entonces de eso que ahí fuera se conoce como Presión en Ferrari, fuerza de la naturaleza que, una vez desatada, no suele dejar títere con cabeza.
Es la vida, es también ese momentazo...
Os leo.
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