Antes de que nos hagamos daño posaría suavemente los pies en el suelo, que no es por amargarle la vida a nadie, igual también, pero existen muy poquitas probabilidades de que Red Bull vuelva a doblar la rodilla como ha hecho en Albert Park, por no decir ninguna.
La sanción de tres puestos en parrilla a Checo Pérez, por obstaculizar a Nico Hulkenberg, entraba dentro de lo razonable para la varita corta de medir que usa la FIA con aquellos que... bueno, ya sabéis a qué me refiero; pero no resulta tan habitual que el suelo del coche acabe perdiendo puntos de carga aero porque una visera desechable se quede enganchada en él. Puede volver a pasar, obviamente, pero las posibilidades de que suceda de nuevo son bajísimas.
El escenario que acabamos de describir es aplicable al problema con el freno trasero que sufría el RB20 de Verstappen: una vez por temporada incluso es aceptable, dos o más ya no...
Que, además, ocurra en tiempo y circuito que los dos pilotos de la austriaca se vean vendidos por sus respectivas mecánicas, es verdad que da para sueño húmedo, muy húmedo, sobre todo para ferraristas y mercedistas, pero hay que haber visto muy poquita Fórmula 1 para soñar con que sonará la misma flauta en cualquiera de las 21 pruebas que nos quedan por delante.
Habrá otro tipo de circunstancias y avatares, sin duda, al menos lo espero, pero tanta coincidencia no es un valor aplicable a la confección de las próximas quinielas. Yo no lo usaría, desde luego.
Os leo.
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