viernes, 8 de marzo de 2024

El nuevo


Oliver huele a nuevo como los cachorros de días, como los bebés recién bañados a los que no se pone colonia por no estropear la magia de los primeros meses. 

El británico se estrenaba donde otros esbozan pegas incluso con siete mundiales a las espaldas, por la edad, me digo, y al oír el silbato ha salido de la trinchera con lo puesto, a sustituir a Carlos, con el mundo y la nada por delante, sin preguntarse si valía la pena retroceder o hacerse el sordo, sin mirar atrás, consciente de que entre la gloria y el fracaso muchas veces sólo existe un milímetro cúbico de suerte que tomas entre los dedos o dejas pasar para que no vuelva jamás. El reto con el que muchos se llenan la boca ha supuesto para Ollie la oportunidad que estaba esperando, y a fe mía que la ha aprovechado.

Os leo.

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