Mucho antes de que los ahora habituales supierais de Nürbu y el entrañable ser que escribe en él casi a diario, los viejos del lugar nos entreteníamos aplicando la Teoría de Juegos de Von Neumman a las posibilidades de Robert Kubica o Fernando Alonso, hablando de fractalidad y caótica, o de atractores extraños, ahí, con dos avellanitas y un palo, por supuesto aludiendo a Lorenz y Mandelbrot, como corresponde.
¿Qué sería de nosotros sin las lecciones de vida de Richard Feynman o los agujeros negros de Kip Thorne...?
Me llevo mal con el academicismo desde que conocí que a Paul Cézanne lo rechazaron los necios de su época. También es verdad que (yo) venía apuntando maneras y en la universidad las tuve tiesas con los necios que me tocaron, sin ser yo un Cézanne, entendámonos. El caso es que estuvo gracioso cuando aquí hablábamos de estructuras y diseño de monoplazas, y algún aprendiz de ingeniero consideró que había que mandarme a pintar ruedas, por lo de ilustrador, claro, mientras Anxo nos regalaba en 2010 o 2011, no lo recuerdo bien, una larga exposición que convertí en entradas con su permiso, que a más de uno le vendría bien leer para entender la implicación del calor en el comportamiento actual del suelo de los vehículos.
También hablábamos de infinidad de otras cosas, aunque, básicamente, insistíamos en moler a palos los riñones del apparatchik, porque recordaba tanto al ambiente universitario que habría supuesto un verdadero desperdicio no aprovecharlo.
En fin. Ya nos habíamos dado cuenta entonces de que cualquiera de los integrantes del paddock valía para un roto o un descosido, como los políticos, lo que plantea, todavía hoy, serias dudas sobre el nivel de su excelencia. Ahí tenemos a Stefano Domenicali, por ejemplo, que después de descojonar Ferrari ha llegado a altas cotas de desempeño y responsabilidad. ¿Marco Mattiacci, Maurizio Arrivabene? Pat Symonds ha sido reciclado no sé cuántas veces y acabó asesorando a la FIA para el Reglamento de 2017. ¿El malogrado Bob Fernley? Después de la que le lió a McLaren en su segunda intentona en las 500 Millas de Indianápolis, reemplazó a Domenicali como presidente de la Comisión de Monoplazas de la FIA...
Podría seguir citando nombres pero resultaría muy aburrido.
Un alto porcentaje de los males que aquejan a nuestro deporte viene de este sistema endogámico en el que unos y otros se promocionan porque sí, se dan medallas por amistad, por deuda de favores, por lo que queráis. Ni están los mejores ni se les espera. El tema está tan cerradito que resulta complicado imaginar que se incorpore savia nueva, lo que nos pone en que vamos a continuar así durante mucho tiempo, espacio que usaré para señalar con el dedo el pecado original de la F1, aguantando que los memos esgriman el deslumbrante historial del aludido o los aludidos.
Otmar ha dejado Alpine hecha unos zorros, pero no os lastiméis demasiado, pues tarde o temprano encontrará quien le pague la nómina por su excelente curriculum y quien lo siga defendiendo a pesar de los pesares.
Os leo.
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