jueves, 28 de octubre de 2021

Si cantase ópera

Una diosa de ébano se paseaba por el paddock del COTA y el clasismo de gurúes y gente prime de nuestro deporte brotaba por sus poros como la lava del nuevo volcán de Cumbre Vieja, en La Palma.

El catálogo de chorradas que han dedicado a Megan Thee Stallion y sus modos en tierra sagrada, y los de sus guardaespaldas, que no se nos olvide, daría para que todos nos fuésemos a la cueva y no saliéramos de allí en un par de décadas, y todo porque ella no es el tipo de VIP que nos representa, ¡cachis!

Traficantes de armas, banqueros turbios, sátrapas, dictadorzuelos y gente variopinta de peor o igual calaña sin son VIP molones, ¡coño, si hasta tuvimos visitándonos a Peter Brabeck-Letmathe, presidente no ejecutivo del Consejo de Supervisión de Delta Topco —madre y padre de todas las batallas—, quien después de negar desde su Presidencia de Nestlé que el agua fuese un Derecho Humano, aclaró que se refería a la potabilizada y embotellada!

Pero no nos distraigamos. Megan no encaja en nuestro estándares pijos, cosa que, bueno, podría ser pasable, pero como Liberty Media y FIA pretenden de nuestro deporte que sea un espacio de conciliación que llegue a la gente menuda —cosa que alaban incluso los clasistas, porque sin cultura automovilística ni hay futuro ni hay nada, o eso dicen—, la organización del Gran Premio de los Estados Unidos consideró que estaba bien mostrar que hay negros norteamericanos a los que no balacea la policía y se trajo a Shaq O'Neal [Un poco excesivo...] y aceptó la presencia de Thee Stallion.

La buena mujer fue a lo suyo, obviamente, pero cometió el peor pecado de todos: mostrarnos a la cara que ni somos el ombligo del mundo ni la Fórmula 1 es tan grande y exitosa como pretenden los del pináculo del motorsport. El caso es que pasó olímpicamente de Martin Brundle y Sky Sports, sus armarios tampoco es que aduvieran muy finos, y se lió la marimorena.

Los edulcorados, acostumbrados a tomar el té de la cinco con el ínclito Martin mientras la cadena inglesa recita el catecismo antes de comenzar el Rosario, no pudieron tolerar tamaña falta de respeto y comenzaron a lanzar cañonazos por la banda de estribor gritando Shame, shame, shame!, olvidando que Megan acumula en Instagram y Twitter más seguidores que el GOAT —siento no haber contrastado el dato en otras plataformas, aunque intuyo que igualmente barre a Hamilton sí o sí—, y, desde luego, infinitos más que Brundle y la propia Sky, y que es eso, precisamente, lo que busca nuestro deporte en la actualidad: visibilidad, impacto y proyección al precio que sea.

Si Megan cantase ópera a lo mejor no se habría montado el incendio, pero es una estrella del Rap a la que la F1 le pilla tan lejos como a la mayoría de VIP que según los cansinos son adecuados.

Os leo.

1 comentario:

Elín Fernández dijo...

Mi Josetxu, dando lecciones.