jueves, 21 de octubre de 2021

El Kremer de Saldaña

Si recordaba vagamente al Porsche 962 el Kremer K8 Spyder que condujo Tomás Saldaña junto a Carl Rosenblad y Jürgen Lässig en la edición de 1997 de las 24 Horas de Le Mans, era, sencillamente, porque había mucho 962 en sus entrañas...

Nuestro compatriota y sus compañeros no tuvieron suerte en aquella ocasión, abandonaron de noche por fallo en el propulsor tras haber completado 103 giros a La Sarthe, pero hoy vamos a hablar brevemente de su vehículo, el K8 Spyder, porque, como comprobaréis dentro de unas líneas, dispongo de un modelo a escala del fabricante Spark que va a ser el protagonista de estas líneas.

Y bien, tras la retirada oficial de Porsche en la categoría grande de Resistencia, los hermanos Kremer (Erwin y Manfred) adquirieron un Porsche 962 prácticamente completo, con la intención de modificarlo para disputar la ISRS (International Sports Racing Series), la Interserie europea y el IMSA GT Championship, naciendo así el Kremer CK7 Spyder o simplemente K7 Spyder, un prototipo descubierto dotado de una elaborada aerodinámica y el motor Flat Turbo de la casa de Stuttgart en su versión de 3'2 litros. 

El K7 Spyder funcionó mejor de lo esperado, y en 1994 Kremer Racing compró dos 962 más con el objetivo de alumbrar un biplaza abierto que posibilitara vencer en Le Mans.

A pesar de la nobleza de la plataforma, los años no habían pasado en balde y el K8 no alcanzó su objetivo en sus cuatro participaciones en la prueba francesa. 

Dotado del menos potente pero más fiable Flat Type 935 de 3'0 litros (un 6 cilindros opuestos a 180º apoyado por dos turbocompresores KKK), su primera incursión en La Sarthe, auspiciada por Gulf, se saldó con un prometedor sexto puesto final para la única unidad presentada. En 1995, Porsche apadrinó el intento —el equipo se inscribió como Porsche Kremer Racing, lo que, en cierto modo, hizo que a los K8 se les conozca también como «Porsche Kremer»—, pero de los dos vehículos en pista, mientras uno abandonaba de madrugada, el otro únicamente fue capaz de clavar el resultado del año anterior, aunque esta vez acumulando una menor distancia recorrida.

En 1996, Kremer Racing corrió bajo pabellón propio y acusó tanto la falta de apoyo como la antigüedad del proyecto K8, de manera que ninguno de los dos biplazas abiertos consiguieron concluir la carrera.

Ya en 1997, Tomás Saldaña lograba la implicación de Repsol —aquí tenemos una bonita pieza de nuestro automovilismo deportivo que tocaremos algún día—, pero ya era tarde. El K8 Spyder se defendió bien aunque ya había sido ampliamente superado por la mayoría de sus rivales. La unidad número 6 no pudo clasificarse, y, como decíamos al principio, la 5 terminaba su aventura firmando un abandono.

Os leo.

1 comentario:

Elín Fernández dijo...

En esto eres clase aparte, José.
♡♡♡