viernes, 13 de noviembre de 2020

Istanbul [Not Constantinople]. Vettel version...

Si nada lo impide, Sebastian lucirá en la carrera de este fin de semana una bandera LGBT en su casco bajo el lema «No borders - Just horizons - Only freedom», y como es en Turquía —Istambul Park está en el país euro-asiático, concretamente en el lado oriental del Estrecho del Bósforo—, el asunto trasciende lo anecdótico y nos sitúa donde se deben hacer las reclamaciones: en territorio comanche, en casa de Erdogan en este caso, en una de las capitales más representativas de una nación que por el canto de un duro no vive bajo el gobierno de la sharia y donde los Derechos Humanos son papel mojado, sobre todo para las lesbianas, los homosexuales varones y bisexuales de ambos géneros, los transexuales, etcétera, que acostumbran a ser acosados o desaparecer, o morir, sin que nadie mueva un dedo.

Y hay que aplaudirlo por tres razones. La primera, porque si la Fórmula 1 sirve para blanquear este tipo de sitios, bien está que se coman una buena órdiga como compensación al esfuerzo de abrir un poquito más nuestras dilatadas tragaderas deportivas. 

La segunda, porque Recep Tayyip Erdogan no es Mustafa Kemal Atatürk y mientras sigue devolviendo a Turquía al medievo, y se perpetúa en su trono con el apoyo de lo mejorcito del radicalismo religioso y la sombra de los USA, ha puesto en la diana a Francia y toda Europa con el cadáver de Samuel Paty todavía tibio. Aquí Vettel ha estado finísimo y hay que reconocerlo, su rejonazo es sencillamente glorioso porque no consiste en amagar, como hace Hamilton a miles de kilómetros de distancia del foco del incendio, sino en irse a la gruta del oso y tirarse allí un sonoro cuesco.

Y la tercera y última, porque hay gente que precisa de gestos para vivir, que necesita sentirse arropada, y Sebastian les ha brindado un motivo para ser un poquito más felices y sentirse menos solos durante unas horas.  

Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra, conviene recordarlo. Yo lo hago siempre.

Desde luego no soy quién para juzgar a nadie, ¡faltaría!, pero como esto me obligaría a estar en desventaja frente a los fieros que no aceptan las reglas del juego salvo cuando éstas los benefician, me alío con el de Heppenheim y le aplaudo, claro que sí. 

Es una franja en el casco, una nota gráfica, pero también supone una clara reivindicación en el sitio adecuado. Turquía desde hoy huele a arco iris y Sebastian vuelve por sus fueros. Lo escribía el otro día: «en el Enzo y Dino Ferrari percibí en el alemán las ganas que le han faltado el resto de la temporada» [Ya era hora...], y a lo mejor Ferrari sale reforzada de todo esto sin necesidad de cambiar el color de sus coches, y el colectivo LGBT respira un aire algo más limpio a partir del próximo lunes. 

Soñar es gratis, pero también es verdad que si no hay sueños el futuro carece de sentido.

Os leo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me sumo al aplauso, muy fino.

Lastra dijo...

Pues parece que frigodedo le ha pasao la mano por la cara a Luisito blaclaivsmater. Pues bien por él.