miércoles, 18 de noviembre de 2020

Dos semanas en Sakhir

Se nota que estamos ya en el trecho final de esta temporada. El Gran Premio de Turquía ha dado apenas para unos cuantos highlights, dos o tres análisis de fondo, y los excesos propios de quienes venden el Apocalípsis como una maravillosa oportunidad de abandonar la zona de confort y lanzarse a la piscina, ¡hala, como si no hubiera mañana!

Me gusta que los monaguillos de la cosa y los novicios del convento anden ahora como si hubiesen descubierto el Mediterráneo cuando replican comportamientos de hace más de una década, qué digo, de hace más de quince años: hablar de apasionamiento y de lo bonito que es todo esto con tal de no mirar la realidad a la cara. 

Entonces era Ferrari la que campeonaba a diestro y siniestro y la prensa británica se preguntaba si el dominio rosso era bueno para el deporte o sustantivaba el incuestionable valor de lo impredecible [An Element of Doubt]. Hace no tanto, Lewis Hamilton acusaba de aburrir a un rebaño de ovejas a Sebastian cuando Red Bull se paseaba por los circuitos del Mundial: «Ya ganó a no ser que no llegue a la meta en las próximas carreras, pero incluso en esa situación probablemente sea el campeón...» [Vettel aburre a Hamilton]. Y hace nada lo reiteraba, por cierto, recordando a Schumacher de nuevo: «I was a teenage boy who watched the beginning, fell asleep and woke up to see the end. If I was watching today I would probably do the same thing and grab the highlights, because it's much shorter» [Lewis Hamilton on F1 dominance: "It would put me to sleep every week"].

Hoy, evidentemente, aburrirse es pecado, cuestionar la idea loca de Liberty de llevarnos con la lengua fuera es pecado, y también es pecado afirmar que desde hace años todo el pescado está vendido en octubre, o, a lo más, a comienzos de noviembre. 2016 supuso un oasis entre tanta ternura, pero desde 2013 vamos así o peor —fue el año en que Vettel aburría a Hamilton.

Pero que no se diga que he perdido mi proverbial optimismo. Me he comprado unos pompones de cheergirl (negros, of course!), y seguire cantado lo bonita que es la Fórmula 1 como la orquesta tocaba música mientras el Titanic se hundía, todo con tal de que no nos falte un gurú a la mesa o pierdan suscriptores y seguidores en redes sociales, los chiquillos que aún no han descubierto que Michael Schumacher aburría incluso a Hamilton.

En fin, vamos a Bahrein con los deberes hechos, a pensión completa y por dos semanas, y luego Abu Dhabi. ¿Quién dijo miedo?

Os leo.

No hay comentarios: