jueves, 30 de abril de 2015

Apesta


Mi buen amigo Martín Herzog me recuerda de cuando en cuando que debo mantener afiladas el hacha y la espada. Es cierto que ocho años en esto acaban mullendo el alma de cualquiera, aunque también es verdad que hay tal cantidad de tontería ahí fuera, que demasiadas veces te preguntas para qué coño vas a meter el dedo en una llaga cualquiera si al final, lo único que consigues es mancharlo.

En fin, vengo de hacer el indio y de tomarme un café de paso. Me hice una fotocopia del DNI para cumplir con esa chorrada que supone que en plena era de la información vertiginosa y los estractos vía correo electrónico por aquello de la sostenibilidad medioambiental, cuando la caja o el banco saben más de ti que la madre que te parió, se haga necesario manchar un papel para contentar a Montoro y De Guindos. 

Pues bien, mi fotocopia no ha servido de nada, se tenía que hacer en la misma oficina y para más cachondeo, una vez pasado el trance de perder el tiempo en la cola y de quedarte compuesto y sin novia con tu copia digital en la mano, resulta que al final, te podías haber ahorrado el esfuerzo porque en un pretérito indefinido, al parecer ya había cumplido el trámite.

Y de vuelta al estudio me ha dado por pensar, en esas ideas que nunca llevan a ninguna parte pero que son tan del gusto de los que no paran de decir que Bernie tiene ideas cojonudas y sin él, la Fórmula 1 se iría al carajo.

El campeonato de mujeres, por ejemplo... Si las chicas fueran buenas para el negocio, hace tiempo que andarían poniéndoles las gomas a los chicos en la máxima disciplina. Pero no es así a pesar de que Max Verstappen dijera que conducir un monoplaza actual, resulta más fácil que montar en bicicleta. 

Así que no, ellas no son buenas para el negocio que se vende a los que mantienen el cotarro a precio de oro y tasado en centímetros cúbicos o cuadrados, sencillamente porque devalúan la mercancia: ese mundo varonil cuya virilidad y arrojo son incontestables hoy por hoy, en el que ni siquiera cabe un gay porque el colectivo (¡vaya mierda de término!), también mancha lo suyo.

Pero como vienen arreando como diablesas en cuanto las dejan un poco y empieza a quedar pelín feo mantenerlas sólo como simple decorado, mejor las vendemos aparte y a un precio menor, obviamente. Ganamos todos, dicen. El espectáculo sería más completo, los setentones que compran Rolex estarían más felices que unas pascuas. Habría más interés por el mundillo del motor y se abriría espacio para las que ahora no llegan, acaben llegando. Miel sobre hojuelas, vamos.

Se comenta que todo esto para nada es machismo, pero coño, apesta.

Os leo.

3 comentarios:

GRING dijo...

"Si las chicas fueran buenas para el negocio, hace tiempo que andarían poniéndoles las gomas a los chicos en la máxima disciplina"
¡Retira eso, malandrín, o las hordas igualitarias caerán sobre ti con látigos y demás instrumentos de tortura!. Mezclar sexo,F1 y disciplina solo está al alcance de genios como Max Mosley.
Saludos ;)

Martín Caño dijo...

Mi querido José, yo ya no tengo afilados ni los dientes.. va uno para viejo y pacífico, de hecho creo que ahora me llevaría bien hasta con Tadeo... pero con esta entrada te metes en un berenjenal sólo apto para valientes ¡bravo!

iñaki dijo...

Me quedo con la foto del encabezamiento. No digo mas