Ok, nadie va a decirlo... Joe Saward, cuando escribió su artículo titulado Arrogance, no pensaba exactamente en Ferrari cuando arremetía contra la italiana.
Estuvieron bien los sartenazos que propinó a Luca, el primero de todos en olvidar lo que significa La Scuderia para la Fórmula 1, pero no me negaréis que huele a cochambre insinuar que quizás Maranello necesita más a la F1 que esta al primer workshop de todos.
Me pregunto en qué demonios estaba pensando Saward hurtando a su público más leal que vencer en Fórmula 1 solo tiene gracia si te impones a Ferrari, que sin ella, el paddock apenas daría noticias con que rellenar artículos como el suyo, auténticas golosinas para incautos que leyéndole a él jamás entenderán que la aureola de cuna del motorsport que prende de la chaqueta de Gran Bretaña, se debe fundamentalmente a que en el Mediterráneo existe una escudería que es el coco, que siempre ha sido el coco, para ser exactos, un enemigo sin el cual, la historia de la F1 quizás perdería todo su brillo.
A ver, Ferrari cobra mucho más que el resto de equipos, pero entonces, cómo tasamos la hegemonía de Red Bull, ¿en relación a una McLaren que va para década y media que no da pie con bolo y que literalmente, se ha arrastrado por los circuitos incluso para ganar el último Mundial de Pilotos por un miserable punto sobre un hombre que vestía de rosso? ¿En contraste con una Williams que no ha parecido encontrar el norte hasta hace bien poco o con una Lotus que tiene de aquella que nos apasionó a todos, tan solo el nombre...? Cómo calibramos la importancia de apostar por hacer motores para el tinglado de Bernie, ¿en relación a Cosworth...? A quién coño comparamos a Sebastian si no es al Michael Schumacher de Ferrari, al de los cinco mundiales consecutivos...
Diría que el bueno de Joe se pasa de arrogante hablando de arrogancia y recomendando a La Scuderia que se vaya a Le Mans, nada menos que a un lugar donde el full british brilla por su ausencia y los ingleses llevan décadas sin inscribir su nombre porque Mclaren lo hizo con un BMW impulsándola y Bentley se calzó la prueba en 2003 de la mano de Audi, ya que es a la alemana a quien pertenece.
¿A quién quiere engañar Saward? Por mucho que lo repita cien o mil veces, cada vez que apunta a la arrogancia de Ferrari señala la de los que desde la FIA y su impostura se vuelven locos para impedir que gane la italiana cuando tiene oportunidad de hacerlo, bien cambiando la dureza de los compuestos, bien prohibiendo de manera preventiva, bien acomodando la normativa, bien festejando con globos y confeti que se ha vuelto a vencer a Maranello, a sus máquinas y a sus hombres, porque sin el taller de Enzo, el motorsport británico siempre termina por enseñar la parte más sucia de sus enaguas.
Eso amigo Saward, tener alguien siempre dispuesto a que se carguen las tintas sobre sus espaldas, tiene un precio que supone una bonita inversión de cara a la supervivencia de una disciplina que se autoproclama máxima expresión del automovilismo deportivo, que sin embargo lleva una derrota dibujada por manos británicas pagando incluso gabelas en sobres para conseguir acuerdos. Y lo mejor de todo es que salvo unos cuantos necios, desde el propio Bernie al último mono, lo entienden todos.
Quizás esté de acuerdo en patearle un poco el culo a Luca, pero en el resto, lamento decir que a Joe Saward le convendría aplicarse el cuento del cubo de agua y el tamaño de la muñeca, porque a todas luces, en cuanto a comprender de qué va lo de Ferrari en la Fórmula 1, le ha salido un pésimo poema.
Otro día, si eso, hablamos también del arrogante chantaje que supone que solo desde Gran Bretaña sea posible vencer en F1. Por hoy, aquí lo dejo.
Os leo.
1 comentario:
"Corremos a más no poder hacia el futuro y vamos tan rápido que el presente se nos escapa y la polvareda de nuestra carrera nos disimula el pasado."
Boris Vian: Los constructores de imperios o el Schmürz.
Da igual lo idiotas que sean las decisiones que tomen estos constructores de imperios, siempre que tengan a alguien a quien dar de ostias, se seguirán sintiendo poderosos.
¡Saludos!
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