The deer hunter

Resulta curioso ver cómo el transcurso de la vida nos va modelando a su antojo, y más, observar con detenimiento, cómo el tiempo parece respetar a determinadas identidades, como es el caso de Kimi Raikkonen, un tipo al que el dios Chronos cincela con sumo cuidado, llenándolo acaso de matices pero sin adulterarlo, como con miedo a que se rompa y resulte imposible reemplazarlo.

Hace no mucho, un individuo al que me admirado siempre como piloto y como hombre, Jackie Stewart, admitía sin ambages que a su vez admira el carácter del finlandés, su forma de ser en los circuitos y su velocidad en pista, defendiendo de rondón que es una persona muy especial a la que hay que respetar, cosa en la que como sabéis, coincido plenamente porque soy de la opinión, de que una personalidad que no se deja laminar por lo que le rodea, como ocurre tan habitualmente en el paddock, merece como poco ser declarada especie protegida.

Jackie llegaba incluso más lejos, al decir Kimi es el piloto más especial que ha habido y que hay en la actualidad.

Lo de menos de todo este asunto, no estaba en si se le preguntaba a tricampeón del mundo sobre el regreso del rubiales a la F1 y se comparaba éste con el de Michael Schumacher, lo importante, a mi modo de ver, estriba precisamente en que el escocés resultó tremendamente genuino y franco en sus comentarios, vamos, que no le hizo falta pensárselo dos veces, incluso cuando admitió que «aunque no sea mi amigo, Kimi me gusta».

Raikkonen le gusta al viejo Jackie; en definitiva, el tipo al que no le gustan las entrevistas y tocó una vez la cima del Olimpo, le gusta a uno de los pilotos más exquisitos con la prensa, y que alcanzó a tocarla por tres veces antes de retirarse…

¿Qué tiene Kimi?, muchas veces me lo pregunto. Y aunque he regado este blog con numerosas entradas desde las cuales he intentado desvelarlo desde diferentes perspectivas, lo cierto es que siento que no he podido y no me importa, porque el finlandés es uno de esos personajes complejos y poliédricos que sólo manifiestan una de sus múltiples caras, para que seas tú mismo quien te respondas.

Y lo cierto es que así no hay forma. Desde que aterrizara en la F1 a bordo de un Sauber Petronas, estrenándose precisamente en el GP de Australia de 2001 (logrando puntuar, para colmo), han pasado 12 años. En 2002 desembarcaba en McLaren para sustituir a Mika Hakkinen, y al año siguiente, se alzaba con el subcampeonato a tan solo 2 puntos de Michael Schumacher. Dos temporadas después lograba su segundo subcampeonato, esta vez a 11 puntos de Fernando Alonso. Una más, y dejaba Woking para fichar por Maranello.

Su estreno con La Scuderia, en Australia, cómo no, quedaba firmado con una victoria, sirviendo de preludio al que en definitiva sería su gran año, 2007. Dos sesiones más tarde, como sabemos, sencillamente se iba a los rallys…

Kimi aparecía de nuevo el año pasado, y digo aparecía porque lo suyo no puede ser considerado un retorno. Volvía porque sí o por responder a la pregunta ¿por qué no? Pero ¿quién sabe a estas alturas y con certeza, por qué ha vuelto? O mejor dicho, ¿a quién demonios le importa por qué lo ha hecho? Ésa es su diferencia con el Kaiser, el finlandés viene y va mientras que el alemán anuncia esto o lo otro; a Raikkonen le gusta divertirse corriendo y a Schumacher, sólo vencer; Kimi sólo es Kimi en la pista, al volante, y se acepta, en tanto que Michael necesita muchas más cosas.

Kimi es como Robert de Niro en The deer hunter (El cazador), un hombre necesitado de encontrarse a sí mismo en lo más profundo del bosque, lejos de cualquier mirada, para enfrentarse a su presa rifle en mano, y decidir en comunión con ella si la mata o la perdona la vida.

Sí, Jackie, sí. A mí también me gusta Kimi.

Os leo.

[Publicado en Diariomotor]